miércoles, 2 de diciembre de 2009

PRESIDENT LAPORTA...BORRACHO Y "COLOCADO"


Laporta frotándose con una clienta


Descorchando champagne francés, nada de hacer patria


Botella en mano y más pallá que pacá


Tras alguna visita al WC, más alegre, bañado en champagne y Cohiba en mano


Aparentando seriedad, sin ducharse en champagne ni Cohiba en mano


En lugar de botellón y puro...antorcha y Puigcercós


El desenfreno de Laporta en 'Luz de Gas'

La Gaceta, 01 de December, 2009 M. L. S.


El presidente 'culé' celebró hasta altas horas de la madrugada con champán francés la victoria de su equipo.

Las imágenes adjuntas tienen fecha y lugar: madrugada del lunes, discoteca Luz de Gas, en el centro de Barcelona. Joan Laporta decidió tomarse la noche libre para salir a festejar la semana fantástica que completó su equipo con la victoria ante el Madrid. El mismo Laporta que sonreía a cámara en el palco, tan formal él a la vera de Florentino, apareció por su local de copas favorito con sed, mucha sed. Y muchas ganas de juerga, dispuesto a enseñar su otra cara, tan controvertida o más que la institucional. Y la enseñó, vaya si la enseñó.


El mandatario presidió con sorprendente desinhibición un homenaje al chovinismo culé en toda regla. Pasaron las copas con asombrosa velocidad. Hubo congas, bailes, cánticos, caras desencajadas, idas y venidas a los servicios, puros y felicidad, mucha felicidad. Llovió el champán –¿no pegaba más el cava catalán?– y el esqueleto no se detuvo hasta el amanecer. Sobran las palabras porque gritan los documentos. Vean.

El máximo dirigente culé –dejará la presidencia del club en junio– llegó a la sala barcelonesa cerca de las dos de la mañana, acompañado de Xavier Sala i Martí, amigo aventajado al que ya vendió en más de una ocasión para su sucesión. Ambos lucían felices y en sus rostros se adivinaba satisfacción, ganas de fiesta. A Sala i Martí le chillaba su americana verde mientras que Laporta vestía impoluto con traje oscuro y corbata roja. El recinto tenía menos de medio aforo en una noche fresca y tranquila. De resaca futbolera.

Antes de olvidarse de quién es y dar rienda suelta al desenfreno, Laporta se mantuvo sereno, departiendo con tres exhuberantes chicas, puro en mano y trago a trago. Hasta ahí todo normal. Resultó que cuando la ginebra hizo su trabajo y la música le llegó al corazón, Laporta se desató ante los flashes de las cámaras y la incredulidad general. Sala i Martí, más discreto que su presidente y sus americanas, percibió el percal y se borró del show, contemplándolo alejado, sentado en la barra. El caso es que, de pronto, la megafonía le hizo un guiño a Laporta. Sonó el himno del Barça y el presidente culé comenzó a botar, abrazado a compañeros trajeados, de un lado para otro, disfrutando de esos acordes blaugranas. Puro espectáculo. Extasiado y visiblemente perjudicado, se acercó a la barra, descorchó una botella de champán y comenzó a regar a los allí presentes. Eran las 03:35 de la mañana.

-“Perdone, ¿cuánto vale cada botella, por curiosidad?”.

-“Unos 100 euros. Es Champán G. H. Mumm, francés”, contestó el camarero. Duda resuelta. Nada de cava. Champán francés para derrochar. El de la Fórmula Uno. Cuatro litros del preciado líquido fueron a parar al suelo de la discoteca. Aquel fue el momento de la noche. El presidente azulgrana, preso de la euforia, se inclinó la botella sobre sí mismo y el champán comenzó a caer sobre su desabrochada camisa. Espectacular.

Retumbó el siguiente tema: Viva la Vida de la banda británica Coldplay, canción que apadrinó el Barça del triplete. Aquello fue el no va más. En pleno delirio, aparecieron por la sala Vicky Martín Berrocal y unos amigos. Se intercambiaron abrazos y frases, se abrazaron y, en fila india, a ritmo de conga, deambularon de un lado a otro de la pista, ente gritos, aplausos y locura general, pasándoselo en grande, entregados a la fiesta a todo gas.

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