miércoles, 14 de enero de 2009

Me gustan todos los chistes

Me gustan todos los chistes, los de catalanes, los de vascos, los de gallegos y, por supuesto, los de andaluces. Yo mismo cuando cuento alguno intento vocalizar de forma que parezca autóctono de la tierra del protagonista del chiste. Hasta aquí lo banal.

El otro día me enteré de las palabras de Montse Nebrera hacia los andaluces y no pensé que tuvieran más trascendencia. Sin embargo, allende la franja, fuera de tierras catalanas y no estando acostumbrados a la dialéctica que caracteriza a Nebrera, sus palabras ofendieron a todo un colectivo del que forma también parte la propia familia, andaluza, de Nebrera. Nuestra diputada tiene instalado su discurso en un lenguaje duro en calificativos, para los de dentro y fuera de nuestro partido. Ella es así. Pero no todos tienen ni que conocerla ni que tolerarle sus formas, y menos quienes no son compañeros de partido. De hecho la propia ministra Alvarez, cuya gestión merece todos los reproches y es merecedora de un cese fulminante, la llamaba "Negrera". El Partido Popular ha reaccionado ante las palabras de la diputada incoando un procedimiento disciplinario que puede ser motivo de expulsión del partido. Ha habido un cierto "doble rasero", como alguno califica, en el proceder contra esta afiliada. No había sido expedientada por cuestionar públicamente a dirigentes del propio partido pero si lo ha sido cuando a ofendido, porque así se han sentido, a un amplio colectivo externo al partido. El partido siempre ha sido tolerante. Sin embargo, y pese a las peticiones que están haciendo muchos compañeros de Partido Popular de Andalucía, el acta de diputada autonómica no es disponible por el partido. Veremos, de ser expulsada, qué es lo que hace la señora Nebrera con esa acta. De momento, lo que si ha hecho es clausurar su blog (www.montsenebrera.cat) ante la avalancha de comentarios recibidos reprochandole sus palabras. La libertad de expresión no puede ni debe tener más límites que el respeto a los demás. El rebasar ese límite debe ser siempre merecedor de reproche. El no tener claro dónde se ubica el límite es un problema de educación.

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