martes, 11 de septiembre de 2012

11-S: En recuerdo de las víctimas, My Little Airport - A Certain Romance in Kowloon tong



Tal día como el de hoy en el año 2009 escribí lo siguiente: 

"Desde hace unos meses Canal Historia acompaña a su miniespacio llamado "Efemérides del mes" de una música que me llamaba la atención poderosamente. Una música pegadiza, totalmente desconocida para mí. No acertaba ni a concretar el idioma de su letra. Desde la primera vez que la escuché pensé que tenía que averiguar quien era la propietaria de esa dulce voz. La melodía, cada vez que la escuchaba, recreaba mis sentidos casi a la par que me provocaba una desazón por no conocer ni título ni autor. Hoy la he vuelto a escuchar en el intermedio de las dos partes del documental sobre el 11-S. Y hoy la he escuchado con un carácter más solemne. Era como si la propia melodía se convirtiera en un homenaje a todos aquellos que murieron aquel día. Y no he podido evitar tampoco buscar en Google. Por fin he resuelto el enigma y he podido darle sentido al desconsuelo que me acompañaba cada vez que la escuchaba huérfana de todo. El grupo se llama "My Little Airport". Es un grupo de indie-pop de Hong Kong. El chico, a la guitarra, se llama Lam Pang y se hace llamar P, ella, la voz, es Nicole, Au Kin Ying de apellidos. La canción se llama "A Certain Romance in Kowloon Tong" y está escrita en un inglés utilizado en Hong Kong y chino cantonés. Las imágenes que recuerdo de aquel 11 de septiembre de 2001 hoy cobran un sentido distinto si cierro los ojos mientras escucho a Nicole... "...quise cantarte una canción sobre mí y te fuiste a Kowloon Tong...". Que nunca más nadie muera como murieron ellos."

Hoy la he vuelto a escuchar en recuerdo de todos cuantos perdieron la vida aquel 11 de septiembre de 2001.

Sex on fire-Kings of Leon (ESPAÑOL)

Flower Duet (Lakme)

Spem In Alium de Thomas Tallis. RRoP

Jesús Royo: La independencia es mentira


Que no. Que lo de Cataluña o Euskadi como nuevos estados independientes de Europa no cuela, que no va a ser, porque lo que no pué ser no pué ser: y además, es imposible, como dijo el Guerra torero. O sea, dejen de molestar, por favor. O si quieren autoengañarse, engáñense con algo más divertido, o como mínimo que no suponga una paliza para sus convecinos.
Esta podría ser la conclusión del artículo. Pero vayamos por partes. El pasado martes, en la conferencia -espléndida- de Félix de la Fuente en Ágora Socialista, alguien hizo una pregunta sobre viabilidad de la independencia de Cataluña dentro de la Unión Europea. Félix de la Fuente fue funcionario en Estrasburgo, jefe durante años de la sección española de traductores del Parlamentum. Por tanto, conoce el paño. Su respuesta fue tajante: ninguna. Porque para admitir a Cataluña como miembro de la UE se necesitaría la unanimidad de los estados miembros. Y suponiendo, que ya es suponer, que España avalara la candidatura catalana, quien la iba a vetar es Francia: con total seguridad. Recuerden el pas d’histoires, messieurs, pas d’histoires con que fueron recibidas por Clemenceau las demandas de autonomía de los catalanes que se personaron en el Pacto de Versalles hace casi un siglo.
Lo bueno viene ahora. Un contertulio explicó su experiencia personal en Bruselas. Asistían a una reunión de las Regiones de Europa. En la comida coincidió con el eurodiputado convergente Ramon Tremosa. Le preguntó si iba a plantear el horizonte de independencia de Cataluña. La respuesta del eurodiputado: “Aquí conocen la realidad, y saben que eso es imposible”. Entonces lo vi claro: precisamente por eso, porque es imposible, insisten tanto en la independencia. ¡Oh paradoja! El independentismo funciona porque y en la medida en que la independencia es imposible.
El independentismo, ya lo he dicho en otros escritos, no pretende la independencia: lo que pretende en realidad es… el independentismo. Es un brindis al sol, un órdago sin cartas, es como la amenaza del fanfarrón del soneto de Cervantes, que ‘caló el chapeo, requirió la espada / miró al soslayo, fuese, y no hubo nada’. Cuando Mas, Mascarell, Oriol Pujol, o su mismo padre, insinúen -normalmente con medias palabras- que nos vamos a hacer independientes, piensen a) que hay algo que quieren ocultar o que no se note: efecto trilero, b) que no se juegan realmente nada, c) que lo hacen como estrategia de acollonimiento del contrario, y d) que se merecen una pedorreta por respuesta.
Porque eso sí: hablan tanto de la independencia, y con tanta pasión -hasta parece que se lo crean-, que merecerían que se realizara. Que un día España les dijera “vale, lo entendemos, a fuer de demócratas no podemos reteneros contra vuestra voluntad, esto no es una cárcel de pueblos como decís, sino un estado de ciudadanos libres, etcétera”, y que propusiera un tratado de separación pacífica. Me imagino a los independentistas más conspicuos “òstia, no fotem! ¡No hay que tomárselo al pie de la letra! Es que los españoles os lo tomáis todo a la tremenda, ¿eh? Hablemos,parlem-ne!“.
Lo bonito del independentismo es que ha creado un mito, un lenguaje, casi un género literario. Y una industria, entre banderas, bufandas y pongos diversos, casi como el propio Barça. Y frases. Hay en el independentismo raudales de literatura: normalmente no se cita la palabra independencia, como si fuera tabú o el nombre de Yahvé. Lo cualestimula las fórmulas oblicuas, imaginativas, y que todo el mundo entiende: el derecho a decidir, cambiar de domicilio, buscarse la vida por otros derroteros, entrar en un terreno desconocido, llegar a Ítaca. Tiene mérito, sin duda. Aunque fuera solo como juguete para desarrollar las neuronas, sostengo que el independentismo debería gozar de protección.
Otra cosa son los pobrecitos que se lo creen todo de pe a pa, que los hay, hay gentepa tó. Hay quien piensa, como el notario Juan José Lòpez Burniol, que estamos en un fin de ciclo, una de las pocas bisagras de la historia. Otros, que la Cataluña independiente es cosa de pocos años, quizá de meses, porque “el tren de la historia pasa por delante nuestro”, dicen. Toda esta gente, el día que vean que los billetes para Ítaca son falsos, que no hay Ítaca ni barco, ¿podrán reclamar responsabilidades, daños y perjuicios? Tantas toneladas de frustración de tanta gente, ¿no se las comerá nadie? ¿Y si pasa algo irreparable, que a algún loco se le crucen los cables y la líe? ¿Alguien ha pensado en sacarnos una póliza colectiva de seguro para ese caso? Me pregunto qué habremos hecho mal los catalanes para tener una clase dirigente de perfil tan bajo.
Creo sinceramente que nos merecemos algo mejor: mejores pensadores, mejores políticos, mejores periodistas. O como mínimo, honestos. Y si no saben más, que pleguen, como solemos decir: fuera. O, como decía Tarradellas a los psuqueros: “Que cardin més“.
Jesús Royo es catedrático de Instituto de Lengua catalana y licenciado en Filosofía

Alella: Del Compte General de l'Ajuntament i altres contes.


 Després de molts anys en els quals ERC, i els seus socis de govern, no es molestessin ni a presentar els comptes anuals a la Sindicatura de Comptes de la Generalitat, l'any 2009 van presentar les corresponents als exercicis 2006, 2007 i 2008. Ja en aquest moment es va dificultar a l'oposició l'accés als documents que obligatòriament han d'acompanyar als comptes, tals com les factures de totes les despeses. I dic que es va dificultar perquè finalment vam poder accedir, només durant unes hores, a part d'aquestes factures. Va ser suficient per comprovar que algunes despeses eren, com a poc, curioses…factures de desdejunis d'empleats municipals en restaurants del poble que incloïen àgapes de tovalló i forquilla, amb vi, cerveses i “carajillos”, mentre reportaven hores extres a la vegada que desdejunaven, reiterats contractes negociats i sense publicitat (és a dir, d'adjudicació a dit) als mateixos proveïdors, despeses de representació i dietes… Suficient perquè des d'aquest moment es posessin totes les traves a l'accés per part dels regidors d'oposició a les factures de l'ajuntament. I això, malgrat l'obligació legal de posar a disposició tota aquesta documentació. En el Compte del 2011 s'ha repetit aquesta falta de transparència ja que no s'ha pogut accedir a la documentació d'origen que genera aquest “compte”. Entre la documentació a la qual si s'ha accedit consta l'Informe d'Intervenció. Un informe que destaca la falta de conciliació entre l'inventari i el Balanç de situació, per una diferència de més de dos milions. Un informe que, a més, insisteix en la falta d'adequació legal al pagament de les injustificades hores extres que l'ajuntament paga a alguns dels empleats municipals, no molts però de la confiança de l'alcalde. Tema aquest de les hores extres i els complements i gratificacions especials que mereix comentari propi. La Intervenció municipal informa desfavorablement i de forma sistemàtica el pagament d'aquestes hores, complements i gratificacions especials a alguns funcionaris, malgrat això l'alcalde, i així ho va reconèixer en l'últim ple, autoritza personalment el seu pagament. Els centenars de milers d'euros que suposa el pagament d'aquests “serveis especials” seria més que suficient para, en cas que resultessin necessaris, contractar a diverses persones i alleujar l'atur local generant ocupació i ingressos per a moltes famílies. Però segur que convé molt més premiar només i sempre als mateixos.

domingo, 9 de septiembre de 2012

LA VERDADERA HISTORIA DEL 11 DE SEPTIEMBRE





"La verdadera historia del 11 de septiembre.



Los catalanes que intentamos mantener la dignidad y la honradez intelectual, los que creemos que la nación es un conjunto de leyes que nos iguala a todos en derechos y deberes, los que no estamos dispuestos a inventarnos el pasado, también conmemoramos el 11 de septiembre. Pero por distintos motivos.

Conmemoramos que el 11 de septiembre de 1714:

1.- Los catalanes se levantaron en armas en nombre de España para defender la libertad de todos los españoles.

2.- No hubo enfrentamiento entre regiones. No hubo el menor asomo de cantonalismo, ni intento de segregación de ningún género.

3.- Ningún ejército español (o castellano) tomó Barcelona.

4.- Los vencedores no intentaron destruir una supuesta “identidad nacional catalana”.

5.- No se prohibió la lengua catalana.

6.- No despertó la menor reacción “nacional” catalana como respuesta a una inexistente agresión españolista.

7.- Supuso el fin de una estructura estatal arcaica y el inicio del despegue económico de Cataluña.

8.- No convirtió en mártir a nadie.


1.-Los catalanes se levantaron en armas en nombre de España
Los habitantes de algunas ciudades catalanas se levantaron en armas contra una oligarquía comercial barcelonesa que imponía sus intereses y en nombre de la libertad de España y de todos los españoles. Ferrán Soldevila, historiador nacionalista catalán:



“Hasta el último momento de la lucha los objetivos habían sido los que se hacían constar en el documento dirigido al pueblo: salvar la libertad del Principado y de toda España; evitar la esclavitud que espera a los catalanes y al resto de españoles bajo el dominio francés; derramar la sangre gloriosamente por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España” (F. Soldevila, Moments crucials de la Història de Catalunya).

¿Por qué los nacionalistas de hoy han tergiversado los hechos que los nacionalistas de ayer reconocían como ciertos? ¿Por qué historiadores radicalmente nacionalistas como Soldevila coinciden en su explicación de los hechos de 1714 con historiadores no nacionalistas, mientras hoy difieren totalmente e inventan unos hechos que no sucedieron?

2.- No hubo enfrentamiento entre regiones

Al revés de lo que inventan hoy los nacionalistas, la guerra de Secesión no supuso el enfrentamiento entre Cataluña- Austria y España (o Castilla)-Francia. Ciudades y comarcas pertenecientes al antiguo reino de Aragón como Castellón, Alicante, el valle de Arán, el interior de las provincias de Barcelona y Valencia, Calatayud o Tarazona, fueron partidarias de Felipe V, el rey Borbón. Y lugares como Madrid, Alcalá o Toledo se declararon fieles al aspirante austriaco, el archiduque Carlos. El enfrentamiento interterritorial de 1714 es otra patraña más inventada por el nacionalismo para negar el carácter de guerra civil que tuvo aquella sucesión al trono.


3.- Ningún ejército español tomó Barcelona

Las fuerzas que integraban el ejército de Felipe V estaban formadas por soldados procedentes de varias regiones españolas y aun de países europeos. De él formaban parte varios miles de soldados nacidos en Cataluña. En cuanto al bando supuestamente catalán, los soldados que se enfrentaron a Felipe V y fueron derrotados el 11 de septiembre de 1714 estaban mandados por un general, Antonio de Villarroel, que en su última arenga recordó a las fuerzas bajo sus órdenes que estaban luchando “por nosotros y por toda la nación española”.

4.- Los vencedores no destruyeron la identidad nacional de nadie
El fin del arcaico sistema foral que había estado vigente hasta 1714 fue abolido sin que en tal medida existiera la menor voluntad de acabar con una “identidad nacional” que solo se inventaría doscientos años después con personajes como Prat de la Riba. Es otra muestra más de supina ignorancia histórica, cuando no de mala fe y de manipulación, sostener que semejantes argumentos podían encajar en la mentalidad y las estructuras políticas y jurídicas del siglo XVIII.



5.- Nadie persiguió la lengua catalana

Los decretos de Nueva Planta, a través de los cuales se articuló el Estado adaptándolo a los mismos criterios modernizadores que se estaban aplicando en otros países y que se consideraban esenciales para organizar con mayor eficacia el único país que existía, es decir, España, en ningún momento prohibieron el uso de la lengua catalana. Los nacionalistas no pueden mencionar ni una sola línea de aquel texto en que se prohiba el uso del catalán. Por la sencilla razón de que no era esa la intención de los decretos. Además el catalán no se utilizaba en la documentación administrativa, jurídica, etc., de las instituciones catalanas. La lengua de la administración, en Cataluña como en toda España, era el latín. Mal podía pues prohibirse el catalán.

Lo único que legislan en este sentido los decretos de Nueva Planta es que los documentos de la Audiencia de Barcelona debían abandonar el latín para usar el castellano. Y esa norma se adoptó en toda España. Se puede argumentar que fue una medida injusta. Pero eso también será falsear la realidad porque supone juzgar con criterios actuales los códigos que regían hace 300 años.


6.- No hubo una reacción “nacional” catalana porque no hubo agresión españolista

Tras el 11 de septiembre de 1714 nadie en Cataluña lamentó los hechos en el sentido en que se plantea hoy. No hubo una reacción de carácter nacionalista, catalanista, frente a la toma de Barcelona. No existe un solo documento, del tipo que sea, que recoja la queja de un pueblo agredido, de una nación vejada y sometida, o la lamentación por la supuesta prohibición del catalán. Resulta un poco extraño.

Si 1714 fue una derrota de la “nación” catalana frente a España, ¿por qué ningún contemporáneo lo proclama? ¿Tal vez el miedo, la represión? Pero tampoco lo proclaman los hijos de los derrotados. Ni sus nietos. Durante 150 años nadie se queja del episodio del 11 de septiembre. De hecho no existe la menor protesta hasta que llegan los inventores del nacionalismo, a finales del siglo XIX. La fiesta del 11 de septiembre no se establece hasta 1901, es decir, cuando cuatro extraviados que defienden los intereses económicos de las clases dirigentes catalanas se han inventado ya lo de que Cataluña es una nación. ¿Dos siglos sin sentirse agraviados como nación? ¿No será que no hubo agresión nacional?


7.- 1714 supuso el despegue económico de Cataluña

Con el desmantelamiento de los últimos residuos feudalizantes de la arcaica sociedad española de la época gracias a leyes importadas de Europa como los decretos de Nueva Planta, la economía catalana quedó lista para iniciar su despegue y pudo convertir el Principado en la región más próspera de España. Las medidas políticas del rey Borbón sentaron las bases del desarrollo económico catalán de los siglos XVIII y XIX. Sin el fin de los arcaicos privilegios de la monarquía austriaca tanto en Cataluña, como en el País Vasco, como en el resto del país, España hubiera permanecido anclada quién sabe cuánto tiempo más en el pasado.


8.- No hubo mártires en 1714

La represión que siguió a la toma de Barcelona fue del mismo tipo y alcanzó la misma intensidad que la desatada en cualquier otro episodio de guerra civil, con independencia de la región que lo viviera. La brutalidad de las represalias resulta espantosa contemplada desde nuestro actual punto de vista, pero no fue más sanguinaria por estar dirigida a los sublevados de Barcelona.

Ni siquiera su supuesto líder, Rafael Casanova, se comportó como el héroe y mártir que hoy nos presenta el nacionalismo. Casanova, que no quería resistir frente al ejército de Felipe V sino negociar la entrada de las tropas en la ciudad, no mostró el menor ardor patriótico y falsificó el certificado de su propia defunción para huir de la ciudad disfrazado de fraile. Se instaló a pocos kilómetros, en Sant Boi de Llobregat, y ejerció tranquilamente su profesión de abogado. No perdió ninguno de sus bienes y a los pocos años fue perdonado públicamente por el rey Felipe V que le pagó una pensión el resto de su vida.

Este es el héroe de la sin igual resistencia frente al ejército invasor castellano que acabó con la independencia de Cataluña tal día como hoy, 11 de septiembre, en 1714. Esta es la historia que se han inventado los nacionalistas que hoy se reúnen en Barcelona para conmemorar una patraña de este calibre.

Pues bien, los catalanes que no hemos perdido la dignidad también conmemoramos el 11 de septiembre. Celebramos que todo lo que nos contaron era mentira. Nos regocijamos al comprobar que nos hemos podido librar de la losa del pensamiento único nacionalista, falsificador y mentiroso, para descubrir que los hechos que de verdad sucedieron tenían que ver con los intereses económicos de la oligarquía comercial de la época y no con los intereses de la mayoría de la población, mucho menos con una suerte de guerra interterritorial.

Y sobre todo nos alegramos de que aquel episodio se hiciera, tal como reconocen historiadores nacionalistas, en nombre de la libertad de todos los españoles."

(Miguel Vidal Santos, 9-11-2005, Bye, bye Spain)



Felipe V juró en 1702 fidelidad a las leyes de Cataluña, cosa que no siempre habían hecho sus predecesores. Pero los sublevados de 1714 cometieron un delito de lesa majestad. Habían traicionado su juramento de fidelidad y eran culpables del peor de los pecados políticos de la época. No hay aquí relación jurídica entre estados (solo existía uno) sino una traición a la lealtad debida expresada a través de compromisos personales y colectivos con la dinastía. De modo que los privilegios de las zonas derrotadas fueron abolidos como castigo a la traición dinástica, en modo alguno como procedimiento para destruir una nación que no existía.

11 de septiembre de 1714: Las autoridades catalanas llaman a defender España



El 25 de julio de 1713 las tropas de Felipe V comienzan el sitio de Barcelona y las defensas de la ciudad resisten. El 30 de noviembre de 1713, Casanova es nombrado “Conseller en cap” de Barcelona, la máxima autoridad de la ciudad. El cargo llevaba añadido el grado de coronel de los «Regimientos de la Coronela», la milicia ciudadana, que era el componente más numeroso de la guarnición que defendía la ciudad, así como el título de cabeza militar de la plaza.

Rafael Casanova animó a la tropa con las siguientes palabras:

“Señores, hijos y hermanos: hoy es el día en que se han de acordar del valor y gloriosas acciones que en todos tiempos ha ejecutado nuestra Nación. No diga la malicia o la envidia que no somos dignos de ser catalanes e hijos legítimos de nuestros mayores. Por nosotros y por la nación española peleamos. Hoy es el día de morir o vencer. Y no será la primera vez que con gloria inmortal fuera poblada de nuevo esta ciudad defendiendo su rey, la fe de su religión y sus privilegios”


La defensa de Barcelona se considera en clave de defensa contra el invasor francés, aquí podeis leer un extracto del bando que Rafael Casanova y Antoni Villarroel mandaron pregonar por las calles de Barcelona el 11 de Septiembre de 1714:

“Se hace saber a todos generalmente, de parte de los tres Excelentísimos Comunes, considerando el parecer de los Señores de la Junta de Gobierno, personas asociadas, nobles, ciudadanos y oficiales de guerra, que separadamente están impidiendo que los enemigos se internen en la ciudad; atendiendo que la deplorable infelicidad de esta ciudad, en la que hoy reside la libertad de todo el Principado y de toda España, está expuesta al último extremo de someterse a una entera esclavitud. [...]. Se hace también saber, que siendo la esclavitud cierta y forzosa, en obligación de sus cargos, explican, declaran y protestan los presentes, y dan testimonio a las generaciones venideras, de que han ejecutado las últimas exhortaciones y esfuerzos, quejándose de todos los males, ruinas y desolaciones que sobrevengan a nuestra común y afligida Patria, y extermine todos los honores y privilegios, quedando esclavos con los demás españoles engañados y todos en esclavitud del dominio francés; pero así y todo se confía, que todos como verdaderos hijos de la Patria, amantes de la libertad, acudirán a los lugares señalados, a fin de derramar gloriosamente su sangre y su vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España”.


Reconociendo la mentira

El historiador nacionalista catalán, Ferrán Soldevila, en su libro “Moments crucials de la Història de Catalunya”, escribe:

“Hasta el último momento de la lucha los objetivos habían sido los que hacían constar en el documento dirigido al pueblo: salvar la libertad del Principado y de toda España; evitar la esclavitud que espera a los catalanes y al resto de españoles bajo el dominio francés; derramar la sangre gloriosamente por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España”.

11 de septiembre de 1714: ¿sabías que…?



1) El 11 de septiembre se conmemora la rendición de la ciudad de Barcelona en 1714, tras la declaración de guerra de las Cortes Catalanas el 10 de julio del mismo año al no reconocer éstas el Tratado de Utrecht que ponía fin a la Guerra de Sucesión Española. La guerra no fue de secesión , como los nacionalistas venden, sino de sucesión. En dicho Tratado el pretendiente a la Corona Española, el Archiduque Carlos de Habsburgo renuncia al trono, reconociendo la soberanía de Felipe D'Anjou, contra el que se la disputó en la llamada Guerra de Sucesión Española, tras la muerte sin descendencia del Rey de España Carlos II. Es decir, fue una guerra civil entre partidarios de dos pretendientes a suceder en la corona de España al rey muerto sin descendencia.

2) Madrid, Alcalá y Toledo lucharon en el mismo bando que Barcelona. La Guerra de Sucesión española, al contrario de lo que argumentan los nacionalistas, no supuso el enfrentamiento entre Cataluña- Austria y España (o Castilla) - Francia. Ciudades y comarcas pertenecientes al antiguo reino de Aragón como Castellón, Alicante, Calatayud o Tarazona, así como el valle de Arán, y ciudades del interior de Cataluña como Vic y Cervera, fueron partidarias de Felipe V, el rey Borbón. Y lugares como Madrid, Alcalá o Toledo se declararon fieles al aspirante austriaco, el archiduque Carlos. El enfrentamiento entre territorios españoles de 1714 es otra falsedad esgrimida por el nacionalismo para negar el carácter de guerra civil que tuvo aquella sucesión al trono. En realidad ésta fue una contienda internacional en la que se dirimía la hegemonía entre las diferentes potencias europeas.

3) Los catalanes no perdieron sus libertades civiles, sino que los poderosos perdieron sus privilegios exclusivos. Las Cortes Catalanas, lejos de tener las características de una democracia, tal y como la entendemos ahora, representaban a los tres estamentos (clero, nobleza y burguesía urbana) a los que, dentro del patrón feudal del Antiguo Régimen, el Rey les había concedido tal privilegio, relegando totalmente a la inmensa mayoría de la población. Del Rey emanaban todas las instituciones.

4) La facción en Cataluña favorable al pretendiente Carlos no partió de una rebelión espontánea ni popular. En realidad, expresaba los intereses políticos de la clase dirigente barcelonesa que quería potenciar su presencia comercial en América, de tal forma que sus privilegios forales no estaban en juego, ya que el pretendiente Borbón en ningún momento los cuestionó.

5) El Rey Borbón reinó sin oposición interna entre 1700 y 1705 hasta el punto que en 1701 había celebrado Cortes en Barcelona, donde no sólo confirmó los fueros, sino que recibió numerosas donaciones.

6) Los seguidores de Carlos de Habsburgo en Cataluña defendían la unidad de España. Trataban de imponer su candidato al conjunto de todo el país, apelando a la libertad de toda España, recelosos de la influencia francesa; lejos, pues, de cualquier aspiración secesionista o desmembradora. Los soldados que fueron derrotados el 11 de septiembre de 1714 frente a las tropas de Felipe V estaban mandados por el general Antonio de Villarroel, que en su última arenga les recordó: "estáis luchando por nosotros y por toda la Nación española".

7) El denominado decreto de Nueva Planta, llamada en realidad Cédula Real de Nueva Planta de la Real Audiencia del Principado de Cataluña, organizaba las instituciones judiciales en Cataluña, respetando las Constituciones y prácticas previas, estableciendo que los letrados fuesen expertos en legislación y lengua catalana. Fijaba el castellano meramente como lengua jurídica y eliminaba los privilegios por nacimiento en un territorio determinado.

8) El final de la guerra supuso el final de tres siglos de decadencia de Cataluña y el inicio de su resurgimiento económico . El siglo XVIII, lejos de ser un periodo de declive en Cataluña, resultó ser una etapa de particular esplendor y auge demográfico, agrícola, comercial e industrial, que más que fundamentarse en el comercio internacional, centrado en productos agrícolas, se benefició del proteccionismo de la Corona.

9) Rafael Casanova no fue un mártir. El día del asalto final de las tropas borbónicas, Casanova estaba durmiendo y, avisado, se presentó en la muralla con el estandarte de Santa Eulalia para dar ánimos a los defensores. Herido de poca gravedad por una bala en el muslo. Casanova fue trasladado al colegio de la Merced, donde se le practicó una primera cura. Tras caer la ciudad en manos de las fuerzas borbónicas, quemó los archivos, se hizo pasar por muerto, y delegó la rendición en otro consejero. Huyó de la ciudad disfrazado de fraile y se escondió en una finca de su hijo en Sant Boi de Llobregat. En 1719 fue amnistiado y volvió a ejercer como abogado sin ningún problema hasta retirarse en 1737. Murió en Sant Boi de Llobregat en 1743. Un verdadero "héroe".

11 de septiembre de 1714...La auténtica Diada



Los nacionalistas han convertido la derrota de Barcelona del 11 de septiembre de 1714 en la guerra de sucesión española en la “Diada nacional de Catalunya”.
Una fecha que para nosotros, los catalanes no nacionalistas, no significa nada y que no celebramos.

Aquí intento desmontar todas las mentiras del nacionalismo sobre los sucesos en la guerra entre los bandos borbónico y austraciasta. Una guerra por el trono de España.

Y para abrir boca una cita de Antoni Capmany, eminente historiador y político barcelonés, quizá el más ardoroso agitador patriótico en los días de la Guerra de la Independencia, recordó esta voluntad de lucha por España que caracterizó a los catalanes de 1714. En comparación con la guerra contra la Francia napoleónica, durante la que escribía estas palabras y de la cual decía que “se trata de vencer o vivir esclavos”, recordaba Capmany la Guerra de Sucesión:

“En la guerra de sucesión que afligió la España, no se trata de defender la patria, ni la nación, ni la religión, ni las leyes, ni nuestra constitución, ni la hacienda, ni la vida, nada de esto peligraba en aquella lucha. Solo se disputaba de cuál de los dos pretendientes y litigantes a la Corona de España debía quedar el poseedor. Estaba la Nación dividida en dos partidos, como eran dos los rivales; pero ninguno de ellos era infiel a la Nación en general, ni enemigo de la patria. Se llamaban unos a otros rebeldes y traidores, sin serlo en realidad ninguno, pues todos eran y querían ser españoles, así los que aclamaban a Carlos de Austria como a Felipe de Borbón. Era un pleito de familia entre dos nobilísimos Príncipes, muy dignos cada uno de ocupar el trono de las Españas. Con ninguno perdía la Nación su honor, independencia y libertad; sólo la Corona mudaba de sienes, pero la monarquía quedaba ilesa”.


Felipe V Rey Legítimo de las Españas

Se tiende a identificar abusivamente y caprichosamente a Felipe V con el absolutismo y la centralización. Cuanto menos en el inicio de su reinado no fue así.

Felipe de Borbón, nieto de la Infanta María Teresa de España fue hecho heredero conforme a Derecho del trono de las Españas en el testamento de Carlos II. A tal designación no se opuso ninguna institución española. La muerte de José Fernando de Baviera en 1699 hacía que Felipe de Borbón tuviese el mejor Derecho. Se destacó de él su carácter apacible, recto y firmemente religioso. No obstante había recibido una educación estrictamente religiosa(1).

Tras un viaje triunfal de 20 días de duración, desde Irún a Madrid, llegó a la capital de España el 18 de febrero de 1701, donde fue recibido entusiastamente por la multitud, confiada en que la nueva Dinastía podría restaurar la gloria de España frente a los grises días de los últimos Austrias.

En septiembre de 1701 se trasladó a Barcelona para ponerse en contacto con las instituciones forales catalanas (en decadencia durante los últimos años de los Austrias). De paso por Zaragoza juró los fueros del Reino de Aragón en la Basílica del Pilar. En Lérida juró los fueros catalanes, que renovó en Barcelona el 12 de octubre, día en que se iniciaron las Cortes. Según Ricardo de la Cierva “Barcelona recibía con aprecio a un Felipe V que se esforzó en ganarse el corazón de la ciudad”(2).

Las Cortes Catalanas, presididas por Felipe V, se celebraron en el Convento de San Francisco y estuvieron funcionando hasta el 14 de enero de 1702. Feliu de la Penya escribió que las disposiciones aprobadas por las Cortes, “fueron las más favorables que había obtenido la provincia”. Pierre Vilar dice: “El Principado había vuelto a adquirir en España en el siglo XVII lo que había perdido hacía tanto tiempo: un lugar económico y militar de primer orden. También en 1701-1702, Felipe V ofreció a las Cortes catalanas todo lo que querían: confirmación de los privilegios, puerto franco, compañía náutica, reforma fiscal, barcos hacia las Indias, hasta tal punto que estas constituciones fueron las más favorables que había conseguido la provincia”. Todas las Españas peninsulares, europeas y ultrmarinas habían aceptado al nuevo Rey y este reconoció todos sus derechos, usos y fueros históricos(3).

Sin embargo los que no estaban de acuerdo eran austriacos, ingleses y holandeses, que declararon la guerra a España el 15 de mayo de 1702 y proclamaron en Viena Rey al Archiduque Carlos de Austria con el nombre de Carlos III.

Las potencias extranjeras atacaron a España en Flandes y en Italia. A esta marchó Felipe V, que se puso al frente de las tropas, lo que produjo una ola de entusiasmo en Toscana y en Milán, además de pacificar el reino de las Dos Sicilias. En Nápoles recibió un legado papal con el reconocimiento de su realeza sobre España. Entre la nobleza sarda, mayoritariamente borbónica, destaca en su empeño en la lucha contra los extranjeros Vicente Bacallar, militar, lingüista, historiador y embajador español. Felipe V volvió a Madrid en enero de 1703 donde el pueblo lo recibió con entusiasmo.

Mientras, los aliados (las potencias extranjeras) habían decidido llevar la guerra a la Península. En julio de 1702 una escuadra anglo-holandesa al mando del almirante inglés Jorge Rooke, compuesta de 50 navíos y 14.000 hombres, desembarcó en Cádiz, donde se les unió el conspirador Jorge de Darmstad, anterior Virrey de Cataluña. “Se apoderaron del Puerto de Santa María y entregaron a la ciudad al saqueo más brutal. Los protestantes antepusieron a todo su odio contra la Iglesia católica, devastando los templos, profanando imágenes y vasos sagrados y entregando las monjas a la soldadesca”, según cuenta el Marqués de Lozoya.

Después de la proclamación del archiduque Carlos en Viena este fue a Holanda e Inglaterra. El 6 de marzo de 1704 llegó a Lisboa y le acompañaban 8.000 soldados ingleses y 4.000 holandeses. Además, se sumaron tropas portuguesas. Cuando entraron en España por Fuentes de Oñoro comprendieron que los naturales del país odiaban a los portugueses y tenían repugnancia por los protestantes ingleses y holandeses. El Duque de Berwick, al frente de las tropas hispano-francesas, los rechazó.

El inglés Rocke con 45 barcos ingleses y 16 holandeses apareció por aguas de Barcelona el 27 de mayo de 1704. Iba en la expedición el antiguo Virrey, Darmstadt, que hizo llegar misivas a sus amigos y partidarios a favor del Archiduque. Unos 1.600 marineros desembarcaron en la zona del Besós. El 31, empezó el bombardeo austracista de Barcelona. Viendo que no se producía la soñada sublevación interior, los marineros reembarcaron ese día y la flota aliada se hizo a la mar el 1 de junio. En su viaje de regreso desembarcaron en Gibraltar con 2.400 soldados ingleses y holandeses, que ocuparon la plaza en nombre del archiduque Carlos hasta el día de hoy. Los mandaba el traidor ex Virrey Jorge de Darmstadt.

El 22 de agosto de 1705 volvió la flota anglo-holandesa al mando del inglés Peterborough, con 58 navíos, 30 fragatas y muchos más buques de transporte, 21.000 tripulantes y abundante armamento. A pesar de su fuerza, los aliados hubieran tenido un descalabro si no les ayudan 1.500 migueletes de Vich, donde había comenzado la revuelta entre familias. La toma de Barcelona costó centenares de muertos, tras una dura batalla. La población seguía indiferente ante el Archiduque Carlos.

Como el resto de plazas catalanas estaban pobremente guarnecidas, no fue difícil tomarlas. Por ejemplo, ante Lérida se presentaron “unos 300 hombres del país, de los que 250 iban a pie y armados con antiguas y denegridas espadas, con hoces, con palos y con mal prevenidas escopetas, y los otros cincuenta iban montados en rocines, mulas de campo y en jumentos”, según lo cuenta Nicolás de Jesús Belando. Así se entregó Cataluña al Archiduque Carlos.

Luego, las instituciones catalanas se avinieron a la nueva situación y juraron al Rey intruso traicionando el juramente previo de fidelidad a Felipe V. Si pudo pesar alguna desconfianza sobre posibles heterodoxías políticas o filosóficas de Felipe V quien a la larga demostró estar más contaminado de heterodoxías fue el archiduque Carlos, tanto en su periodo en España como cuando fue Emperador. Comprendiendo la traición que habían hecho y las graves consecuencias de la misma, proseguirían la lucha cuando la guerra estaba perdida, cuando el Archiduque había sido nombrado Emperador y ya renunció a la Corona de España, hasta la tozuda y numantina defensa de Barcelona en 1714, tan heróica como insensata.


Cataluña pierde sus fueros

El soviet nacionalista hace culpable de todos los males acaecidos contra la Cataluña y Valencia del 1700 al famoso “Decreto de nueva Planta”. Se dice que “Cataluña perdió su personalidad y su lengua fue prohibida”. Como señala el historiador catalán Vicens i Vives no existe en ningún artículo de dicho Decreto la prohibición del uso de las hablas catalanas. Lo único que se dice en el Decreto es que las sentencias judiciales deberían de escribirse en castellano, desplazando al latín de la administración judicial (5).

En 1718, Felipe V inicia medidas proteccionistas de la industria catalana. Se prohibió la importación de tejidos de Asia y China y se empezó entonces el aumento demográfico de Cataluña que pasó de 350.000 habitantes en 1708 a 820.000 habitantes en 1789. Entre 1745 y 1770 y, gracias al comercio ultramarino, el puerto de Barcelona alcanzó la primacía en España: no sólo se exportaban tejidos y calzados, sino también el vidrio, de Mataró y el papel de Olot. Y fue a Felipe V a quien Cataluña le debió el incremento del cultivo de la viña, la exportación de vinos a América y el crecimiento de las cepas en el Ampurdán y el Penedés que dieron lugar al actual cava(6).

Melchor de Macanaz quiso mantener el Derecho foral tras la derrota, a lo que se opuso el Duque de Híjar. Tuvo sin duda un gran peso en la consideración de la supresión el hecho de que las Cortes no se reuniesen desde hacia más de cincuenta años, entendiéndose como una institución excesivamente obsoleta. Las medidas proteccionistas de la industria catalana no encuentran correlato en el Reino de Valencia. El derecho privado también es prohibido. El Reino de Valencia, que mantuvo muchas plazas leales a Felipe V y que en ningún momento conspiró contra el Rey (solo se vió arrastrado a la traición a última hora por presión extranjera y de la oligarquía catalana) fue quien más perjuicios soportó.


Mitos y mentiras sobre la guerra de Sucesión

El nacionalismo catalán ha pretendido hacer de una guerra por el trono de España su primer contencioso político-territorial interpretándolo además con conceptos políticos modernos. La ciencia política (Dieter Nohlen, entre otros) ha reprochado severamente esta metodología. Incluso hasta a efectos estéticos han llegado a ilustrar en algunas escuelas catalanas a los valientes maulets enarbolando la bandera de las cuatro barras. Todo mentira. Ni los maulets (partidarios del ilegítimo Carlos de Austria) eran en su mayoría catalanes ni –mucho más importante- a los maulets catalanes les importaba la imposición de la lengua catalana.

Ambos, borbónicos y austracistas, luchaban por quien creían que era el Rey legítimo de España. Ambos defendían concepciones políticas del Antiguo Régimen y ninguno de los dos ejércitos (en su parte de voluntarios, que fue la de menos) deseaban la abolición foral. La concepción organicista del Antiguo Régimen, su conjunto de derechos concretos (que no eran sólo territoriales, sino también gremiales, religiosos y en general –en lenguaje actual- “corporativos”) se mantuvo indemne, además de otros fueros territoriales (vascongados y navarros). En ambos ejércitos hubo españoles de todas las tierras de la Península. En el ejército maulet hubo castellanos, gallegos, andaluces, valencianos, aragoneses y catalanes (y el núcleo mayor compuesto por extranjeros). Entre los maulets que defendieron Barcelona el 11 de septiembre de 1714 destacaba el famoso “Tercio de Castellanos”, destacado por su honor y fidelidad hasta el final a la causa austracista. Partidarios de Felipe V hubo en Cataluña, Valencia y Aragón, (además de en las Vascongadas y Navarra, que mantuvieron su derechos históricos) algunos pueblos enteros como Cervera –premiada con una universidad por Felipe V- en Lérida o Jijona en Alicante. Ambos bandos usaban el castellano como lengua franca y ambos usaban el resto de lenguas españolas con naturalidad, como lenguas coloquiales.

Recordemos el ejemplo de Jijona: El memorial que Jijona dirigió al rey destacaba sus actos heroicos: “Bajo el comando de Bruno Aracil, hijo de Xixona, capitán de caballos de la costa de este Reyno de Valencia, recuperaron Altea y otros lugares.” Los fieles xixonencos querían vengar la escabechina de los maulets “en la Torre de las Mançanas, donde degollaron hasta los enfermos que estaban moribundos” (AHN. Leg. 6804). La villa, como premio, pedía “Que haga única a Xixona en honras. Que sus hijos puedan traer armas de todos géneros por todos los Reynos de España.”

No se enarbolaban en las batallas ningunas banderas al estilo moderno, ni mucho menos las cuatro barras aragonesas. Situémonos por un momento en la resistencia barcelonesa del 11 de septiembre. Es común a todos los modernos falsificadores de los maulets su laicismo exacerbado, mientras que los defensores barceloneses de la ciudad lo hacían al grito de Visca Espanya! y Visca el Rei d´Espanya! (Emíli Giralt, historiador nacionalista lo tiene que acabar reconociendo) y rezaban el Santo Rosario mientras pedían piamente perdón a la Virgen de la Merced por haberse aliado con "herejes europeos" (Inglaterra, Holanda y Austria) en la guerra de Sucesión, traicionando el primer acatamiento del Monarca que dispuso el último Austria español en su testamento conforme a Derecho. Casanova se presentó en la muralla con el estandarte de Santa Eulalia, venerada por los barceloneses, para dar ánimos a los defensores (según una tradición, el estandarte de Santa Eulalia sólo podía sacarse en el momento en que Barcelona corriese un gran peligro). Como vemos por ningún lado están las cuatro barras aragonesas. Y respecto de Rafael Casanova, el líder antiborbónico y sin duda sincero patriota español (patriota de la España tradicional, católica, foral y monárquica), en 1719 fue amnistiado y volvió a ejercer como abogado hasta 1737, año en qué se retiró. Murió diez años más tarde en Sant Boi de Llobregat. Junto a Casanova merece recordarse Francisco de Castelví. En los últimos años ha supuesto una importante quiebra del oficialismo nacionalista y una revolución del panorama historiográfico la publicación de sus Narraciones Históricas por la Fundación Elías de Tejada en 1998 (no obstante, Francisco Elías de Tejada a pesar de ser extremeño fue miembro del Institut d´Estudis Catalans). Agustí Alcoberro, de la Universidad de Barcelona dice sobre la obra: “La reflexió de caràcter historiogràfic [sobre la guerra de Sucesión], encapçalada per les monumentals Narraciones históricas de Francesc de Castellví, sens dubte l'obra més important d'aquest corrent (…)”, La principales diarios catalanes (El Periódico, La Vanguardia ), hasta los más minoritarios y nacionalistas ( Avui), así como la televisión regional no podían dejar de reconocer la importancia del testimonio de Castellví, oficial austracista exiliado en Viena, que escribió en castellano lo que vivió en primera persona la guerra de Sucesión, descargándola de toda carga nacionalista. Otro ejemplo es Antonio de Villarroel, general jefe de Cataluña y comandante de la plaza de Barcelona. Éste último proclamó: “Combatimos por toda la nación española”. Como lo dice Pierre Vilar, “el patriotismo desesperado de 1714 no es únicamente catalán, sino español”.


Sobre la lengua en los ejércitos maulet y botifler

(Maulet, ejército austracista)
(Botifler, ejército borbónico)

Es ciertamente hilarante que los cachorros terroristas del nacionalismo expansionista catalán se denominen "maulets" y bajo ese nombre acometan su ataque brutal contra la lengua castellana en Cataluña y pretendan imponer el catalán normativizado del químico Pompeu Fabra (que muy poco tenia que ver con las diversas variantes catalanas que hablaban los maulets catalanes) al Reino de Valencia, Baleares y partes de Aragón. Veamos algo de documentación:

La crónica de la estancia del archique Carlos en Montserrat el 24 de junio de 1706 se publicó a los pocos días en Barcelona por Rafael Figueró, al que los maulets habían nombrado “impresor del rey”. Dicha obra destinada al lector maulet y en plena contienda está en castellano (Figueró, R.: “Exemplares acciones de nuestro Rey Carlos III”, Barcelona, 1706). El archiduque, además, subió al camarín de la Virgen de Montserrat a las 2 de la tarde del 27 de junio y dejó un folio autógrafo que contenía devotas poesías en castellano.

En Valencia, entre 1705 y 1707, los maulets acudían en masa al teatro de Calderón, Moreto, Fragoso, etc. El pueblo asistía entusiasmado a las representaciones de “Los amantes de Teruel”, "El duque de Osuna", " Los tejedores de Segovia", "El genizaro de Hungría", etc. La programación teatral maulet, hasta el día de la batalla de Almansa, fue en idioma castellano.

En octubre de 1706 el archiduque Carlos visita Valencia. Al llegar al arco triunfal construido en las torres de Quart, los maulets dieron la señal para que -en honor de Carlos de Austria- se interpretaran canciones compuestas en castellano. Los maulets, desde el Consejo de Ciento en Barcelona hasta los diputados del Reino se dirigían en castellano a Carlos, monarca que contestaba en castellano. La crónica de lo sucedido en Valencia fue llevada a uña de caballo a Barcelona, siendo publicada en diciembre de 1706 por Francisco Guasch en castellano.

Son significativas las crónicas de los dos juramentos forales efectuados en octubre de 1706: el del maulet Carlos, en Valencia, y el del virrey botifler Luis Belluga, en Orihuela.La primera está en castellano; la segunda, en valenciano. EI texto oriolano describe cómo en la "Real Capella de la Sta. Yglesia Catedral de Oriola (...) agenollat davant del sitial que se li posa en dita Real Capella jura a Deu (...) dits carrecs de Virrey Governador y que observara aquells furs". EI nombramiento lo había firmado en Jadraque el rey Felip Ouint (el que meses después suprimiría los Fueros).

Resumiendo: el castellano fue idioma vehicular de los maulets. En las crónicas de los botiflers junto al castellano hallamos la lengua valenciana y la catalana.


Reflexión final

La hemos anunciado al principio: no fue una guerra territorial, no fue un contencioso ideológico, no fue tampoco el ocaso cultural de las lenguas de la Corona de Aragón, no existía pancatalanismo alguno.
El Principado de Cataluña perdia sus fueros pero fue ampliamente compensada con medidas proteccionistas.


Bibliografía:

(1) Ricardo de la Cierva. Historia total de España
(2) Jaume Vicens i Vives. Aproximación a la historia de España
(3) Ramón Menéndez Pidal. Historia de España. Tomo 29, Vol. I.
(5) Marcelo Capdeferro. Otra Historia de Cataluña
(6) Antonio Ubieto. Historia de Aragó

(www.elprincipatdecatalunya.bogspot.com)