05.03.09 (PD).- El afán de los nacionalistas del Tripartito por imponer el catalán da lugar a curiosos paradigmas. El conseller Tresserras ha impulsado un proyecto de Ley del Cine para que la mitad de las películas que se exhiban en la gran pantalla estén dobladas o subtituladas en catalán. Una medida que no beneficiaría en absoluto al cine y dudosamente al idioma.
No está el sector para fantasías. Los espectadores cada vez acuden menos a las salas de proyección y, cuando lo hacen, prefieren el cine americano al español, saturado de subvenciones y con pocos indicios de autocrítica. Y en Cataluña no mejoran las cosas.
A pesar de ser la comunidad con mayor número de salas de cine, durante el año 2007 apenas un 3% de las películas estrenadas fueron dobladas o subtituladas en catalán. Y con razón. Ese mismo año, el porcentaje de entradas vendidas de películas dobladas al catalán fue del 3,36% frente al 80% que prefirió al castellano.
Pero al conseller republicano de Cultura y Medios de Comunicación le da lo mismo. Está empeñando en meter el catalán con calzador y pretende que la mitad de las películas estén dobladas o subtituladas en catalán. Se basa en que así se garantiza "el derecho de los ciudadanos a poder ver cine en las dos lenguas oficiales y fomentar la distribución y la exhibición de cine en versión original subtitulada".
Amparándose en la ley de la política lingüística, el consejero Tresserras prevé que "siempre que una película se estrene en Cataluña subtitulada, el distribuidor la deberá subtitular en las dos lenguas oficiales, y deberá distribuir el 50% de las copias del largometraje en cada lengua".
Esta medida se "implementará progresivamente" para "facilitar a las compañías distribuidoras el tránsito hacia la nueva situación: 30-70 por ciento el primer año de vigencia de la ley; 40-60 por ciento el segundo y 50-50 el tercero".
Una "pequeña tasa"
Por si las distribuidoras no pasaran aro, Tresserras ha insinuado que el cine doblado "podría estar afectado por una carga, por una tasa pequeña, que sirviera para alimentar el estímulo del cine en versión original subtitulada", que en Cataluña tiene una oferta muy escasa.
En las bases de la nueva ley, además, se señala que "quedan exentas de la obligación de doblaje las películas en versión original castellana y catalana, sea cual sea su nacionalidad y con independencia del número de copias que se distribuyan".
"Que hagan lo mismo en la escuela"
El diputado de Ciudadanos en el Parlamento catalán, Antonio Robles, ha acusado a la Generalitat de "intervencionista" al tiempo que calificó el proyecto de "muy paternalista" porque "hablamos de empresas privadas, y la intervención de lo público debe ser regido por las reglas del mercado, y no se hace".
Robles ha denunciado que "se quiere aplicar en el cine lo que no se está aplicando en la escuela" y ha añadido: "Si queremos que haya un 50% de catalán y un 50% de castellano en el cine, que se aplique también en la escuela".
No está el sector para fantasías. Los espectadores cada vez acuden menos a las salas de proyección y, cuando lo hacen, prefieren el cine americano al español, saturado de subvenciones y con pocos indicios de autocrítica. Y en Cataluña no mejoran las cosas.
A pesar de ser la comunidad con mayor número de salas de cine, durante el año 2007 apenas un 3% de las películas estrenadas fueron dobladas o subtituladas en catalán. Y con razón. Ese mismo año, el porcentaje de entradas vendidas de películas dobladas al catalán fue del 3,36% frente al 80% que prefirió al castellano.
Pero al conseller republicano de Cultura y Medios de Comunicación le da lo mismo. Está empeñando en meter el catalán con calzador y pretende que la mitad de las películas estén dobladas o subtituladas en catalán. Se basa en que así se garantiza "el derecho de los ciudadanos a poder ver cine en las dos lenguas oficiales y fomentar la distribución y la exhibición de cine en versión original subtitulada".
Amparándose en la ley de la política lingüística, el consejero Tresserras prevé que "siempre que una película se estrene en Cataluña subtitulada, el distribuidor la deberá subtitular en las dos lenguas oficiales, y deberá distribuir el 50% de las copias del largometraje en cada lengua".
Esta medida se "implementará progresivamente" para "facilitar a las compañías distribuidoras el tránsito hacia la nueva situación: 30-70 por ciento el primer año de vigencia de la ley; 40-60 por ciento el segundo y 50-50 el tercero".
Una "pequeña tasa"
Por si las distribuidoras no pasaran aro, Tresserras ha insinuado que el cine doblado "podría estar afectado por una carga, por una tasa pequeña, que sirviera para alimentar el estímulo del cine en versión original subtitulada", que en Cataluña tiene una oferta muy escasa.
En las bases de la nueva ley, además, se señala que "quedan exentas de la obligación de doblaje las películas en versión original castellana y catalana, sea cual sea su nacionalidad y con independencia del número de copias que se distribuyan".
"Que hagan lo mismo en la escuela"
El diputado de Ciudadanos en el Parlamento catalán, Antonio Robles, ha acusado a la Generalitat de "intervencionista" al tiempo que calificó el proyecto de "muy paternalista" porque "hablamos de empresas privadas, y la intervención de lo público debe ser regido por las reglas del mercado, y no se hace".
Robles ha denunciado que "se quiere aplicar en el cine lo que no se está aplicando en la escuela" y ha añadido: "Si queremos que haya un 50% de catalán y un 50% de castellano en el cine, que se aplique también en la escuela".
Comparto la opinión de Antonio Robles, si se quiere un bilingüismo aritmético para el cine, pese a las protestas que ya han manifestado los distribuidores y exhibidores, pues que se empiece a aplicar también en la educación.
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