viernes, 22 de febrero de 2008

Empieza la campaña electoral


A les 00.00 hores d'avui, va començar la campanya electoral. El Partit Popular va triar com punt d'inici oficial de la campanya en la província de Barcelona la capital del Maresme, Mataró. A l'acte van assistir, entre altres, Dolors Nadal, cap de llista per Barcelona, i Alberto Ruiz Gallardón, Alcalde de Madrid. En Alella vam acudir a la tradicional pegada de cartells en els panells situats en la Plaça de l'Ajuntament. Tots els grups polítics que concorren a aquestes eleccions, excepte Iniciativa-Els verds, vam estar presents en aquest acte. Jo, acompanyat de l'anterior President Local del partit, vam pegar els cartells sol·licitant el vot perquè Mariano Rajoy sigui el futur President d'Espanya. L'anècdota de l'acte: el representant del PSC no tenia mitjans per a pegar els seus cartells i jo mateix li vaig pegar el primer cartell amb la nostra cua i corró, per a acabar sumant-se a la "ajuda" els representants de ERC i de CIU. És una dada que diu molt del que és la política municipal: per sobre de les sigles, tots som veïns que anhelen una Alella millor.

sábado, 16 de febrero de 2008

Éxito del acto del Partido Popular de Alella


El acto de ayer en el Restaurante Masía Mas Coll fue todo un éxito. Más de 150 personas asistieron a las intervenciones de Dolors Nadal, cabeza de lista del Partido Popular en la provincia de Barcelona al Congreso de los Diputados, de Soraya Sáenz de Santamaría y de Abraham Cobo, regidor de Vilassar de Mar y candidato comarcal en las listas de Barcelona.
Todos los intervinientes dejaron claro que Mariano Rajoy será el nuevo Presidente del Gobierno de España a partir del 9 de marzo porque España no se merece un Presidente que no tiene palabra porque miente y engaña, que tensiona y crispa el debate político y la sociedad en lugar de generar consenso, que no tiene ideas claras para gobernar porque lo hace a golpe de ocurrencias y que, para seguir manteniéndose en el poder, no pretende ganarse la confianza de los ciudadanos sino comprar sus votos mediante subvenciones, al más puro estilo caciquil.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Acto Partido Popular de Alella con Soraya Sáenz de Santamaría

Unos cambios de última hora nos han obligado a cambiar el lugar en el que se celebrará el acto del Partido Popular de Alella del próximo viernes 15 de febrero de 2008. La hora sigue siendo la misma, a las 20.30 horas, pero se realizará en el Restaurante Masía Mas Coll, C/. Mas Coll, núm. 3, de Alella, Además de Soraya Sáenz de Santamaría, intervendrán, Victor Ros, Presidente Comarcal del PP del Maresme y Abraham Cobo, Regidor de Vilassar de Mar y candidato comarcal al Congreso de los Diputados.

martes, 12 de febrero de 2008

Elecciones generales...Alella también cuenta

A punto de comenzar la carrera electoral hacia La Moncloa. Sólo dos, de los varios candidatos que se presentan, tienen posibilidades de convertirse en inquilinos monclovitas por cuatro años. Es obvio que mi opción preferente se llama Mariano Rajoy. Y ello, porque entiendo que con Rajoy es posible generar un nuevo consenso que revitalice la política nacional. Porque con Rajoy es posible adoptar políticas económicas que ayuden a los ciudadanos a acabar el mes. Porque con Rajoy es posible acabar con el terrorismo de ETA, sin pasar por oscuras y negadas negociaciones con los asesinos.

El 9 de marzo acudiremos a las urnas para elegir el gobierno de España. No es cuestión baladí, y menos después de 4 años de desgobierno socialista. El Partido Popular es un partido de centro, que defiende la idea de España como Nación de ciudadanos libres e iguales. Creemos en la Constitución como garantía de futuro y en el Estado de las Autonomías como acierto colectivo que refleja la pluralidad dentro de la unidad. Somos reformistas en cuanto garantía de progreso, bienestar e igualdad dentro de una economía libre y socialmente avanzada. Y creemos en el consenso como ejercicio de la política desde el respeto y la moderación. Los objetivos del PP consisten en alcanzar un nuevo consenso para derrotar al terrorismo, construir España entre todos, mejorar la calidad de nuestra democracia, hacer de España un país seguro y recuperar la voz en el mundo. Protegeremos nuestro modelo social para hacer de España una de las 5 economías más avanzadas del mundo, alcanzar el pleno empleo, conseguir uno de los mejores sistemas educativos, hacer una sociedad con mayor igualdad, proteger el medio ambiente, conseguir la plena integración de los inmigrantes y aumentar el bienestar social. Para derrotar al terrorismo restableceremos el Pacto por las Libertades y no negociaremos con ETA. Garantizaremos la igualdad de los españoles en materias esenciales como derechos y deberes fundamentales y prestaciones sociales básicas. Consensuaremos un modelo de financiación autonómica. Haremos de la política exterior una política de consenso. Crearemos más de 2 millones de puestos de trabajo. Haremos que 4 de cada 10 contribuyentes dejen de pagar el IRPF. Garantizaremos la enseñanza en lengua castellana asegurando un modelo de bilinguismo integrador y no excluyente. Crearemos un Contrato de Integración para inmigrantes.

Enfrente: ruptura del consenso, del modelo territorial, desigualdad, crispación, paro, crisis económica, mentiras y... Zapatero. Zapatero y sus socios. Porque que nadie olvide que quienes dicen ser alternativas distintas al final van cogidos de la mano al Senado con ese formalismo llamado Entesa Catalana de Progrès, que no es otra cosa que el tripartito senatorial y la prueba evidente de que, al final, es lo mismo votar PSC, ERC o ICV.

Y en esa tesitura Alella tiene mucho que decir. Alella puede aportar más de los 1.200 votos que en el año 2000 dieron la mayoría al Partido Popular. Para movilizar a nuestros electores, el Partido Popular de Alella realizará tres actos políticos de cierta envergadura. El primero será el próximo viernes 15 de febrero a las 20.30 horas en Can Lleonart, y contará con la intervención de la Secretaria Ejecutiva Nacional de Política Autonómica y Local y Diputada en el Congreso de los Diputados, Soraya Sáenz de Santamaría. El segundo tendrá un caracter más intelectual. Será el próximo jueves 21 de febrero a las 20 horas en la misma ubicación y contará con la intervención del catedrático de Universidad Francisco Caja. Para finalizar, el viernes 29 de febrero, varios candidatos al Congreso de los Diputados por la provincia de Barcelona, encabezados por Antonio Gallego, Diputado Provincial, realizarán un pasacalles al mediodía por el mercado.

lunes, 11 de febrero de 2008

Godofredo de Bouillon


"Difícil servicio se me requiere al demandarme origen y linaje, pero obviaré el infortunio que dicha cuestión cernió sobre mis ancestros cuando se les formuló para pasar a narrar la historia de mi vida terrena. No debéis olvidar, Don Jacobo, que Lohengrin y Parsifal, antepasados de quien se os dirige, padecieron graves desdichas cuando se les demandó igual contestación.

Nací en la villa de Boulogne-sur-Mer, en la actual región francesa de Pas du Calais, frente a las costas sajonas y en el norte francés, casi belga. Llegué al mundo en la frontera de dos naciones, la valona y la flamenca, y por lo tanto pronto aprendí a hablar las dos lenguas de aquellos que años después me acompañaron en la campaña contra los infieles en la recuperación para la cristiandad de la capital del Reino de Nuestro Señor Jesucristo, la Santa Jerusalén. Pero no adelantemos acontecimientos. Mi nacimiento, en el año de NSJ de 1060, alegró los días de mis progenitores, Eustaquio II, mi padre que entonces era Conde de Boulogne, y mi madre Ida, hija de Godofredo II el Barbudo, Duque de la Baja Lorena. Mi infancia discurrió feliz, entre caballerizas, castillos y villas. Fui adiestrado, por mi padre primero y mi tío después en el arte de la guerra y del buen gobierno. Mi madre se ocupó de enseñarme la doctrina cristiana de la que su familia, mi familia, era depositaria en cuanto descendientes merovingios de Carlomagno y de Sigisberto IV, hijo salvo de Dagoberto II.

Con apenas 16 años murió asesinado mi tío materno, Godofredo III el Jorobado, Duque de la Baja Lorena, Conde de Verdun y Señor de la Marca de Anvers, cuyos títulos y posesiones heredé. El primero por poco tiempo ya que Enrique IV, Emperador Germánico, en sus disputas con el usurpador Rodolfo de Suabia, ocupó la Lorena para proteger ese flanco del Sacro Imperio Romano Germánico. Mi disposición a favor del Emperador Enrique y el hecho de que en las luchas de Moelsen tuviera el honor de acabar personalmente con el anti-rey Rodolfo me hicieron digno de ampliar mis tierras y dominios. De este modo, una vez de vuelta de mi campaña en Roma, ciudad en la que fui el primer vasallo del Emperador en entrar tras su asedio en el año 1084, pasé a ser señor de mejores feudos, que incluían gran parte de lo que hoy se conoce como Bélgica, el señorío de las Ardenas, y, lo más importante para mí, el Ducado de la Baja Lorena que mis antepasados habían regido.

Corría el año de NSJ de 1095 cuando el Papa Urbano II, desde el Concilio de Clermont, levantó el banderín de la Cruzada. Poco tardamos mis hermanos Balduino, Eustaquio y yo en extender la proclama papal entre nuestros vasallos y amigos. Justamente mi madre me había anticipado este mismo momento. Me dijo un día siendo yo todavía niño…”Godofredo, hijo querido, llegará un día en el que levantarás la cruz de nuestro maestro y señor Jesús para devolver a su familia, nuestra familia, el trono perdido…de tu mano, hijo mío, Jesús volverá a ser Rey en Jerusalén…”. No hubo en mi mente otro deseo que liberar la Ciudad Santa del dominio sarraceno. Me liberé de posesiones y riquezas con tal de asegurar el sostenimiento de mis soldados y caballeros. Pronto pude reunir a casi 10.000 caballeros, valones y flamencos, y cerca de 30.000 soldados dispuestos a acometer tan sagrada empresa. Una mañana de mediados del mes de agosto del año 1096 partimos con nuestros blasones y heraldos pero sin otra bandera que no fuere la de la Cruz roja que Su Santidad blandió en el pecho de Monseñor Adhémar de la Puy, obispo de Clermont, cuando se inclinó ante el Papa y le pidió que lo reconociera como el primer voluntario. Dicen que Urbano II tomó un trozo de tela roja y formó con él una cruz que le dio para que la cosiera en su ropa como símbolo de su misión. Así partimos desde nuestra Lorena querida marchando por tierras del centro de Europa, atravesando el valle del Danubio. Allí nos llegaron noticias de lo acaecido con los peregrinos y primeros cruzados que llegaron a tierras infieles guiados por Pedro de la Cogolla, también conocido como el Ermitaño. Ante la diversidad de intereses que ya adiviné entre otros condes y lideres cruzados y el Basileus Alejo, opté por acampar mis tropas en la frontera magiar donde me dispuse a negociar el paso de mis gentes con el rey Coloman. La turbiedad del momento exigió que mi hermano Balduino y su esposa se quedaran en la corte de Coloman como garantía de que mis tropas no causarían saqueo ni desmán a los vasallos magiares. Lo cierto es que la disciplina que exigí a mis soldados y caballeros fueron agradecidas por los villanos húngaros que nos colmaron de todo tipo de provisiones y prebendas en la marcha a través de Hungría. Llevados a los confines del Imperio de Oriente, me llegó correo del Basileus en el que me agasajaba con todo tipo de loas y promesas siempre y cuando mis tropas se sometieran a disciplina y vasallaje. Tras varios meses de incertezas, despropósitos e incluso combates entre las tropas imperiales y mis guerreros (cosa que no me resultó difícil de admitir dado que en su mayoría no eran romanos sino mercenarios turcos), finalmente, y para no malograr el objetivo de nuestra misión, acaté la voluntad del Basileus jurándole fidelidad, aunque con ciertas restricciones pactadas: Alejo nos facilitaba barcazas, suministros, material de asedio, guías y tropas de refuerzo, mientras nosotros le devolvíamos aquellas posesiones que recuperáramos y pertenecieran al imperio griego. Mi ejemplo cundió entre mis compañeros de armas, a los que conseguí convencer de la importancia de la verdadera misión, lo que ayudó a coordinar nuestros esfuerzos en la cruzada. Nuestros ejércitos fueron pasando uno a uno al otro lado del estrecho con la colaboración, interesada, del Basileus. No me entretendré más en las disputas con Alejo por parte de todos nosotros. Sólo dejar claro que Bohemundo, jefe de los normandos, no acabó de fiarse nunca del Basileus, y no debemos olvidar que apenas unos años antes ya habían combatido como enemigos.

Reunidas todas nuestras tropas cruzadas en la misma capital del Imperio, hincamos marcha hacia Nicea, ciudad próxima a Constantinopla que hacia ya más de tres lustros que cayó en manos turcas. Sitiamos la ciudad con el apoyo de dos mil bizantinos, mientras el Basileus coordinaba nuestros suministros desde Filomelio. Nuevas intrigas entretuvieron la toma de la ciudad cuando su jefa, la primera mujer del sultán turco que se encontraba en Armenia, ya había decidido rendirla. Estando así las cosas me vi obligado a consultar con mis capitanes y caballeros. Decidí entonces lanzar al asalto a una de mis divisiones contra la muralla al grito de “¡¡¡Dios lo quiere!!!”. La bravura de los míos hizo que los turcos izaran el estandarte imperial rindiendo la plaza.

Marchamos después a Edesa donde, una vez recuperada para la cristiandad, dejé a mi hermano Balduino como dueño de la misma, constituyendo el Condado de Edesa, primero de nuestros Estados Francos de Oriente. Seguimos camino por Anatolia donde los turcos, armenios y selyúcidas pretendieron emboscarnos en Dorilea. Atacaron nuestra vanguardia salvajemente mientras con el grueso de nuestras tropas les envolvimos atacando su retaguardia. De esta época conservo una hermosa cicatriz causada en lucha con una fiera en una cacería. Proseguimos camino hacia la capital siria, Antioquia. La marcha fue dura. Las penalidades muchas. Los ataques emboscados turcos no faltaron. Recuerdo una de esas emboscadas. Iba yo con doce de mis mejores caballeros en vanguardia de nuestras tropas cuando un grupo de unos 150 turcos pretendió atacarnos. Lejos de amedrentarnos ante su ataque cargamos sobre ellos blandiendo nuestras espadas. Tiempo les faltó para salir huyendo en desbandada, aunque antes de eso dejé a uno de sus jinetes partidos en dos de uno sólo de mis mandobles, cual bestia salchichera abierta en canal.

El asedio de Antioquia añadió nuevas penalidades que afrontar. El invierno de ese año de 1097 fue duro, las lluvias intensas, el suministro prometido por el Rey de los griegos insuficiente. Así nos llegaron enfermedades que diezmaron tropas y bestias. La ciudad que mandaba el emir Siyán era tan basta que apenas pudimos cerrar el cerco. Baste decir que las murallas que la rodeaban tenían casi dos jornadas de marcha de un extremo a otro. Y para colmo, en uno de sus lados el odiado río Orontes desde el que era constantemente aprovisionada por barcazas turcas. Pasamos hambre, soportamos frío y combatimos las escaramuzas que los defensores se prodigaban en regalarnos saliendo de sus muros. Se palpaba la traición del Basileus. Incluso su general Taticio se retiró del asedio con todas sus tropas con la excusa de reunirse con el Basileus y traer nuevos refuerzos. Nos sentimos abandonados a nuestra suerte. Fue entonces cuando Bohemundo pudo comprar la voluntad de un vigía turco que facilitó el acceso del normando y sesenta de sus hombres a la ciudad, además de dar suficiente información como para arremeter por la parte débil de las murallas. Mientras en unas zonas nuestras catapultas lanzaban a la ciudad cabezas de sarracenos, en esa parte delatada por el traidor arremetimos con torres y minas hasta conseguir vencer la resistencia de la piedra. Bohemundo pudo en apenas unas horas abrir una de las puertas de la ciudad desde su interior, tomándose la ciudad. Poco duró nuestra alegría. Al poco se presentó frente a las murallas de la ciudad tomada un numeroso ejército turco, que procedía de Mosul, en Mesopotamia. De esta guisa pasamos en breve tiempo de sitiadores a sitiados, sin provisiones además. Y andando en esta tesitura ocurrió un milagro. Un sacerdote cruzado, Pedro Bartolomé de Provenza, nos anunció que se le había aparecido en sueños el apóstol San Andrés, quien le había revelado que bajo la Iglesia Patriarcal de Antioquía se encontraba la lanza de San Longinos, el soldado que la clavó en el costado de Jesucristo en la cruz (y que luego, arrepentido, se hizo cristiano). Efectivamente, allí se encontró una lanza vieja, una reliquia que había tocado al mismísimo Jesucristo, con cuya protección, sin duda, Dios nos había bendecido y ya no teníamos nada que temer. Salimos a enfrentarnos a los sorprendidos turcos impulsados por tal fe que los sitiadores fueron completamente derrotados. Algunos de los nuestros afirmaron ver incluso a un ejército de ángeles y santos luchando junto a nosotros. En este asedio cayó el primero de los cruzados, Monseñor Adhemar de la Puy, aquél al que Su Santidad invistió con la primera cruz roja. Guiados por el designio de Jesús tomamos Antioquia en junio de 1098. Bohemundo, exasperado por la traición del Basileus, retuvo para sí, con nuestro consentimiento mayoritario, el señorío de la plaza, pasando a ser su primer Príncipe, Bohemundo I. Tan sólo el conde de Tolosa, Raimundo se opuso a ese hecho generándose una disputa entre ambos. Mi carácter conciliador se impuso y mediante un consejo de nobles conseguimos una cierta reconciliación entre ambos. En dicho consejo conocí a un caballero hispano, Berenguer Ramón II el Fratricida, llamado así por haber dado muerte a su propio hermano el Conde de Barcelona. Este noble se encontraba entre los caballeros que acompañaron a Raimundo y, según se decía, había sido juzgado por dicho asesinato y su pena conmutada por la de acudir a esta Cruzada. Al tiempo, Raimundo y algunos de sus caballeros y tropas abandonaron Antioquia dirigiéndose hacia la ciudad de Trípoli, que tomaron para la cristiandad.

Pasado el invierno, repuesto de los duros combates, decidí marchar sobre la Ciudad Santa. Partimos a finales de febrero de 1099. Sitiamos Gibel, donde perdimos muchos hombres también. Nos reagrupamos ante Arka y empezamos el sitio de Jerusalén el día 7 de junio de aquel año. Los calores estivales abrasaban nuestras mallas, yelmos y monturas. Pero el atardecer del 14 de julio tuve una visión. Mientras observaba a lo lejos el Monte de los Olivos en serena meditación y sintiéndome en íntima hermandad con nuestro Señor Jesucristo reviviendo aquellas últimas horas antes de ser aprehendido, vi en lo alto del monte a un caballero cristiano con armadura, yelmo, escudo y lanza. El mismísimo San Jorge, aquel soldado romano que desobedeció a su emperador Diocleciano cuando éste le ordenó atacar a cristianos, deslumbraba mientras me conminaba a arremeter contra las murallas. Di la voz de ataque con la proclama “…San Jorge viene en nuestro auxilio…a por ellos!!!!...”. Nuestros valientes atacaron bravamente. Empujamos nuestras torres de asalto. En la primera de ellas encabecé el asalto junto con mi hermano Eustaquio siendo de los primeros en saltar sobre la muralla del lado noroeste, junto a la Puerta Nueva. Desde lo alto ya de su muralla vi como los nuestros subían por las escalas de asalto. La defensa turca no pudo contener la bravura de nuestras tropas amparadas por el brazo firme y armado de San Jorge. Ordené a mis capitanes que corrieran a abrir las puertas próximas a nuestro asalto, la de las Flores y la de Damasco, por las que pronto las tropas se precipitaron en el interior de la ciudad. Pronto la ciudad fue ocupada por estandartes cristianos. Fuimos de los primeros en comprobar que los turcos habían asesinado salvajemente a los pocos cristianos que aún permanecían en el interior de la ciudad, así como a todos los prisioneros que habían capturado en anteriores combates y emboscadas. Estos hechos corrieron entre nuestra soldadesca y consecuencia de ello fue el Juicio de Dios que se desarrolló a continuación. La sangre infiel y asesina corría por las calles de la ciudad. Nuestros caballos tenían sus cascos cubiertos de sangre turca. Los profanadores del Santuario del Señor expiaron en aquella jornada el crimen cometido con su propia sangre. No hubo piedad como ellos no la habían tenido con los nuestros. El malvado Iftikhar, jefe de la ciudad, fue apresado cuando se escondía en la Torre de David. Los normandos saquearon la mezquita de la Roca, mientras las tropas de Tancredo hacian prisioneros a los capitanes sarracenos en la explanada de Haram-es-Sherif. El júbilo fue inmenso. La emoción inembargable. Fui el primero, cumpliendo un privado voto hecho con Dios directamente, en despojarme de mis mallas, armas y ropajes, y con tan sólo un camisón, con contrita humildad cristiana me dirigí a orar ante los restos del Santo Sepulcro. Otros camaradas de armas siguieron mi ejemplo, de tal modo que al poco toda Jerusalén se convirtió en un inmenso templo de oración en el que los caballeros de Cristo hacían comunión con el Señor. Nunca podré olvidar esa imagen. Tras el inapelable juicio al que sometimos a los infieles todos los que participamos en aquella sagrada empresa la ofrecimos como un único cuerpo a Nuestro Señor. Dediqué las horas siguientes a visitar y recorrer todos y cada uno de los Santos Lugares, entreteniéndome en todos ellos y preguntando por todos los detalles. Desde pequeño siempre me había llamado muchísimo la atención los retablos religiosos que adornaban nuestras iglesias, los cuadros, las imágenes…todo, en definitiva, que tenía relación con la vida y milagros de Nuestro Señor. Aquí esas pasión se me desbordó. No encuentro palabras que describan mis más íntimos sentimientos en esos momentos de gozo.

Pasados unos días, se formó concilio de nobles y obispos en la Torre de David, para afrontar el gobierno de la ciudad y sus territorios. Fui incluido entre los cuatro candidatos. Junto a mí estaban Raimundo de Tolosa, Roberto de Flandes y Roberto de Normandía. Cuando finalmente el concilio determinó que debiera ser yo quien llevara la corona, tras aceptar el honor por amor a Cristo, no puede por menos de exclamar ante todos que “…no llevaré corona de oro donde Cristo la llevó de espinas…”. Reclamé, eso sí, el título y dignidad de “Advocatus Sancti Sepulchri”, Defensor del Santo Sepulcro, aunque todos asumieron que la dignidad asumida era real. A los pocos días el recién nombrado Patriarca de Jerusalén, Arnulfo de Rohes, me invistió en mi dignidad ducal y defensora. No pasaron ni quince días que nos llegó la noticia de que un numeroso ejército se aproximaba al mando de Al-Afdhal, visir de Egipto, con la intención de recuperar la ya cristiana ciudad para el infiel. Reuní de nuevo a la tropa y con apenas 5.000 caballeros y unos 15.000 infantes salí al encuentro de los más de 200.000 etíopes, beduinos y árabes que componían aquél ejército atacante. La sorpresa que les produjo el encontrarse atacados en su aproximación a la Santa Ciudad y la fiereza y convicción con la que arremetimos dispersó a las tropas del visir produciéndose su retirada en desbandada. Esto aconteció en las proximidades de Ascalón. Ya en esa ocasión nuestra enseña en la lid fueron los restos de la Santa Cruz, también recuperada. Los emires apresados fueron amnistiados, en su mayoría, y antes de despedirme de ellos uno me preguntó acerca de una inmerecida fama mía en el combate. Al parecer había corrido entre ellos el hecho, ya narrado, de mi mandoblazo al turco que partí en dos. El caso es que aquél intrigado emir me solicitó, con todos los respetos, si podía cortar el pescuezo de uno de sus camellos de un solo golpe de mi espada. Como fuere que en ello no aprecié mal alguno, accedí sonriente ante el general asombro de aquellos árabes. Me dijeron entonces que esa fuerza era fruto del encantamiento de mi espada, por ello le solicité al emir su acero sarraceno y con éste degollé al segundo de sus camellos con igual golpe. Aproveché la circunstancia para explicar que la fuerza de mi brazo provenía del mismísimo Cristo y de la pureza de mi alma. Ello sirvió posteriormente para ser considerado entre los propios sarracenos como un Rey justo. Por ello muchos de sus litigios fueron sometidos después a mi sentencia inapelable.

Pacificada Jerusalén, reconstruí la ciudad de Jaffa con la ayuda de maestros pisanos. Allí mandé construir un hospital en el que apenas unos meses después fui tratado de la penosa enfermedad que acabó con mi mortal existencia. Firmé alianza con la flota veneciana para sitiar Acre pero en este intento la peste me sorprendió. Volví a mi Santa Ciudad donde dispuse la sucesión a favor de mi hermano Balduino que se convirtió en el primer Rey cristiano de Jerusalén. Ordené al Patriarca la designación de 20 clérigos guerreros para que protegieran y sirvieran al culto cristiano en el Santo Sepulcro, asignándoles ya el Templo de Salomón como sede. Y dispuse que cuando la enfermedad arrancara la vida de mi mortal cuerpo éste fuera enterrado en la Iglesia del Santo Sepulcro sin más lápida que mi propia espada hincada en Santa Cruz sobre mi tumba.

Así puedo decir ahora, que al llegar para mí la hora de rendir la vida ante el Altísimo mi cuerpo y mi alma sólo pretendieron servirle a Él y al Santo Reino sin ninguna otra ambición. Que en mi gobierno terrenal sólo quise que la justicia prevaliese sobre cualquier otra tentación humana. Que en mi anhelo siempre estuvo la reconciliación entre unos y otros. Que mi vida fue servicio a mi sangre y linaje real. Ahora desde mi puesto de guardia en el Reino de los Cielos veo con desconsuelo que mi misión no fraguó como hubiera deseado, por eso solicito el estar alerta. Alerta frente a los enemigos de nuestra civilización cristiana. En esa alerta constante permaneceré y si se me requiere volveré al combate como lo hizo San Jorge aquella tarde de julio en el monte de los Olivos. Mientras tanto señor, quedad en Paz.

Godofredo de Bouillon, Duque y Defensor del Santo Sepulcro, desde su puesto de vigía en el Reino de los Cielos."
Breve trabajo consistente en un relato biográfico de Godofredo de Bouillón escrito por Javier Berzosa en 2004.

Hace 65 años en Krasny Bor




Ayer se cumplieron 65 años de la Batalla de Krasny Bor, en la Rusia soviética. La División Española de Voluntarios, conocida popularmente como División Azul por al alto componente falangista de sus voluntarios, resistió una ofensiva soviética de fuerzas que casi quintuplicaban sus efectivos en tropa y con aplastante superioridad material. Tras una impresionante preparación artillera por parte de las tropas comunistas, cuatro divisiones rusas apoyadas por varios regimientos de tanques se lanzaron sobre la línea que defendían nuestros compatriotas en su cruzada contra el comunismo. Jamás tropas españolas sufrieron tantas bajas como tuvieron en esos dos días de febrero de 1943. Unos 4.000 españoles fueron baja del ataque soviético. Y otros 300 fueron hechos prisioneros y llevados a un cautiverio del que unos 250 pudieron volver en 1954, tras la muerte del dictador comunista Stalin. Entre los que volvieron se encontraban otros españoles que habían luchado en el bando marxista pero que eligieron volver a la patria junto con los divisionarios cautivos. Volvían desencantados del paraíso marxista en el que habían creído.

De esa batalla se dice en Wikipedia:

"A las 6:40 de la madrugada del 10 de febrero de 1943, 800 cañones de 187 baterías rusas con piezas de 203 y 124 mm, 2 batallones de morteros y Katyusha de 156 mm bombardeaban las líneas divisionarias destrozándolo todo, incluidos los puestos de mando y las líneas de retaguardia. Son disparados sobre las posiciones españolas decenas de miles de proyectiles de artillería (con una cadencia aproximada de un disparo cada 10 segundos por cada pieza artillera). Este devastador y denso bombardeo dura más de dos horas y en él se producen la mitad de las bajas españolas de la batalla.
Tras la preparación artillera para el ataque, cuatro divisiones soviéticas de infantería, las 43ª, 45ª, 63ª y 72ª, con un total de 44.000 hombres, apoyadas por el 31º y 46º Regimientos acorazados que comprendían casi 100 carros de combate entre KV-1 y T-34, dos batallones de cañones anticarro con piezas ZIS de 76 mm, la 35ª Brigada Motorizada y las 34ª y 250ª Brigadas de Esquiadores se lanzan, escalonadamente, contra las ya maltrechas líneas españolas que defendían un total de 5.600 divisionarios, castigadas por la intensa y densa barrera artillera.
Los soviéticos, convencidos de que el brutal bombardeo artillero ha destruido cualquier posición o intento de resistencia, avanzan de frente sobre el sector del cerco defendido por los divisionarios españoles. Los españoles, lejos de retirarse o rendirse, salen de sus agujeros, reagrupan los restos de las unidades supervivientes, montan sus ametralladoras MG34, toman posiciones en los cráteres que han producido los obuses soviéticos y hacen frente con extrema fiereza a las tropas soviéticas. El termómetro no subió de los 25º bajo cero en todo el combate.



Batallones enteros luchan hasta el final. Según relatos de los supervivientes se producen cruentos asaltos a la bayoneta y se lucha cuerpo a cuerpo una vez agotadas las municiones. Las unidades que son copadas en el asalto, no se rinden, combatiendo en todas direcciones sin tregua.
Se producen casi 4.000 bajas entre los españoles, pero se consigue detener el avance haciendo fracasar la ofensiva soviética y produciendo entre 11.000 y 14.000 bajas al Ejército Rojo. Cerca de 300 españoles cayeron prisioneros.





Después del fracasado asalto soviético, el frente sólo retrocede 3 km en algún sector, pero el cerco no se rompe. El ejército soviético no vuelve a enfrentarse directamente a las tropas españolas, limitándose a bombardeos aéreos o artilleros. El mando soviético ordenó a sus fuerzas pasar a la defensiva, la División Azul se había ganado el respeto y el temor de los soviéticos. El frente queda estabilizado por un año.
La batalla de Krasny Bor, con una encomiable resistencia de la División Azul, hizo fracasar la Operación Estrella Polar, una gran ofensiva posterior para romper el sitio de Leningrado. Se consiguieron tres de las ocho laureadas de la División Azul en la URSS.
300 divisionarios fueron hechos prisioneros de guerra por el ejército soviético, y encarcelados en Gulags en Siberia, condenados a trabajos forzados. Fueron los últimos repatriados a España en 1954, y llegaron al puerto de Barcelona el 2 de abril de 1954 en el barco liberiano Semíramis."

65 años después en España se libra otra batalla, esta electoral, entre quienes admiran e idolatran al sistema político que combatieron aquellos españoles en Krasny Bor y quienes creen que el hombre es un ser eminentemente libre y por lo tanto merecedor de una sociedad libre en la que educarse y desarrollarse. Sin necesidad de que desde el Estado se impartan doctrinas de control político...aunque se bautizen, eufemísticamente, como Educación para la Ciudadanía.


Alella y su Ayuntamiento

El pasado mes de mayo de 2007 celebramos, como en el resto de España, Elecciones Municipales. En Alella sufrimos una metástasis de lo ocurrido en las elecciones del 2003. ERC, en coalición con un grupo independentista autóctono llamado La Garnatxa, ampliaron resultados pasando de 4 a 6 regidores de un total de 13 que componen el consistorio. Revalidaron el pacto de gobierno del anterior mandato con el único regidor socialista que dieron las urnas. La oposición la formamos 3 regidores de CiU, 1 de un grupo independiente local llamado Gent d'Alella, ideológicamente próximo al PSC, 1 regidor de otro grupo independiente llamado COR, antiguo dirigente y regidor convergente, y 1 del PP que soy yo. Los resultados sorprendieron incluso a los propios independentistas que ahora siguen gobernando. De hecho alguno de los tenientes de alcalde ya andaba presentando curriculums para encontrar algún trabajo. Y fruto de esa sorpresa es el estilo de gobierno. La improvisación, la falta de información, la arrogancia...caracterizan la actuación de gobierno en Alella. Como ejemplo, los Presupuestos recientemente aprobados con nuestro voto en contra. Son presupuestos irreales que, como ya nos tienen acostumbrados estos últimos años, necesitaran de las constantes modificaciones presupuestarias para ir tirando en la gestión municipal. Partidas del presupuesto anterior que habían sido presupuestadas a la baja y cuya ejecución real había necesitado de incrementos importantes han seguido, en el presupuesto recientemente aprobado, siendo contabilizadas por debajo de la desviación final del ejercicio 2007.

Desde la oposición hemos solicitado la creación de una Comisión de Información que genere transparencia en la política informativa del Ayuntamiento. Hasta la fecha su creación ha sido eludida por ERC-LG y el PSC. No les interesa que los vecinos conozcan su forma de "gobernar". Tampoco que los grupos de la oposición tengan la misma información que ellos.

Sociológicamente Alella no responde al perfil del votante progre-separatista de ERC. La anomalía deberá solventarse.

Bienvenidos a estas líneas...

Hacía ya tiempo que quería escribir mis impresiones acerca de lo que acontece a nuestro alrededor. Este cuaderno no nace con una estricta voluntad de tener un contenido político pero es innegable que la política nos afecta en nuestra vida diaria más de lo que muchas veces quisiéramos. Por ello, en ocasiones hablaré de política, de mi partido, de mi maravilloso pueblo, de mi actividad en el Ayuntamiento, de mi trabajo, de las personas que me rodean, de lo que ocurre a mi alrededor... Pero sobre todo hablaré de lo que vosotros queráis que hablemos.

Bienvenidos y gracias por leernos.