Ayer, durante el acto institucional de inauguración de la nueva Comisaría de la Policía Local (a la que felicitamos por las excelentes instalaciones), tuve ocasión de charlar brevemente con mandos policiales de distintos cuerpos y municipios, con compañeros regidores de otros ayuntamientos y también con mis compañeros regidores de Alella. Hablando con Marta Giralt, la regidora responsable de Cultura y Educación de nuestro ayuntamiento, me sorprendió coincidir en la admiración de la obra de un pintor desconocido para la inmesa mayoría. Me refiero al maestro del paisajismo universal el romántico Caspar David Friedrich. El romanticismo pictórico alemán tiene en él al mejor representante. Friedrich no es un pintor especialmente conocido. Su obra, que tampoco fue especialmente extensa, se encuentra desperdigada por los museos de distintas ciudades y paises. Sus clientes no le eran especialmente fieles dado el posicionamiento político de Friedrich. Pese a que durante toda su vida ostentó la nacionalidad sueca, Friedrich fue un gran patriota alemán. Sus padres eran oriundos de la Pomerania Occidental y se instalaron en la Pomerania Anterior que pasó a depender de la corona sueca tras la guerra de los Treinta Años. Friedrich siempre hizo gala de un antinapoleonismo militante que hizo cabalgar sobre su nacionalismo alemán. Por ello parte de su obra era adquirida por principes alemanes probonapartistas primero, pangermanistas después, por el propio zar ruso o por ricos nobles. Ese es el motivo que ahora sus cuadros se expongan en el Ermitage ruso, o en museos alemanes de distintas ciudades (Berlín, Hamburgo, Dresde...).
Sus cuadros invitan a la meditación, a la reflexión, a la elevación... Sus paisajes, montañosos o marinos, suelen estar poblados de algún individuo de espaldas, en actitud reverente, contemplativa, invitando a la misma acción. El realismo de sus cuadros recoge además un simbolismo que encierra constantes alegorías políticas y religiosas. Se dice de él que supo crear la "tragedia del paisaje". Escuchar a otro patriota alemán como Richard Wagner, maestro de las "tragedias musicales", mientras se contempla la obra de Friedrich puede resultar una experiencia genial.
"El pintor debería pintar no solo lo que se encuentra frente a él, sino también lo que ve en su interior. Si no logra ver nada, debería dejar de pintar lo que se encuentra frente a él".
Caspar David Friedrich.
En el velero (Auf dem Segler) 1819
El mar de hielo (Das Eismeer) 1824
El atardecer (Der Abend) 1821
La Mañana (Der Morgen) 1821
El soñador-Las ruinas de Oybin (Der Träumer) 1835
El Watzmann (Der Watzmann) 1825
Las tres edades (Die Lebensstufen) 1834
Cruz en el Mar Báltico (Kreuz an der Ostsee) 1815
Mujer y hombre contemplando la luna (Mann und Frau in Betrachtung des Mondes) 1835
Caminante ante un mar de niebla (Der Wanderer über dem Nebelmeer) 1818
Cabaña cubierta de nieve (Hütte im Schnee) 1827
Entrada de un cementerio (Friedhofseingang) 1825
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