Hoy hace una semana que España se ganó el título de campeona del mundo de fútbol. La Selección Nacional, la única que puede haber pese a algunos pocos radicales, derrotó a Holanda en la final del Mundial celebrado en Sudáfrica y se trajo la copa a España. En Sudáfrica la afición autóctona vestía los colores nacionales de España y en nuestros pueblos y ciudades la afición de La Roja salía a las calles para celebrarlo. Un sentimiento recorrió todos los rincones de España...desde Alella hasta Tarifa, desde Lugo hasta Murcia. Las camisetas rojas, las banderas rojigualdas y los gritos de "Yo soy español, español, español..." sirvieron para canalizar un patriotismo adormecido. Millones, muchos millones de españoles se sintieron orgullosos de serlo ante el mundo. Los gritos de Viva España se repetían por las calles de Barcelona, de Madrid o Sevilla.
Ese sentimiento, que nada tiene que ver con el que movilizó a algunos miles de catalanes el sábado anterior, no puede caer en el olvido. Hemos de seguir alentando a nuestra nación. Hemos de seguir estando orgullosos de ser españoles, de Catalunya, de Galicia, de Castilla, de Murcia, de Andalucia o de cualquier rincón de España. España es lo que es por la diversidad de las regiones que la componen, por la diversidad de las tradiciones y culturas que la integran. Esa España integradora de lenguas, tradiciones y culturas debe ser la que siga saliendo a la calle a mostrarse ante el mundo. Esos otros sentimientos "nacionales" que no sólo no integran sino que excluyen y disgregan que se los queden los radicales. ¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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