Madrid, 12 de mayo de 2010
Muchas gracias señor Presidente. Señorías:
Verdad es que se aprende mucho viajando.
Viajando descubrió el señor Rodríguez Zapatero una crisis que no lograba percibir desde España; y viajando ha descubierto que es muy importante recortar ese déficit que hace siete días no quería recortar.
Tardó bastante más de un año en descubrir la crisis y ha tardado dos en descubrir que gobernar es algo más que gastar dinero y dejar que engorde el déficit.
Hoy viene aquí a defender la necesidad de reducir el gasto público, mejor dicho, su gasto público. Debo reconocer, para ser justo, que el mérito de este descubrimiento no es suyo. Lo ha aprendido a regañadientes. Se lo han impuesto como a un escolar indolente y le han fijado plazos y revisiones, como a un moroso especialista en dar largas.
El Señor Rodríguez Zapatero ha visto la luz. Se la han hecho ver. Le han impuesto una tarea, le han marcado unas cifras y le han fijado unos plazos.
Este cambio ha sido, tal vez, lo más sustancial de las reuniones de Bruselas:
Como es sabido, las medidas adoptadas durante las reuniones de este fin de semana fueron fundamentalmente tres:
La primera, autorizar al Banco Central Europeo a comprar bonos, si fuera necesario, en el mercado secundario, para evitar una situación imposible de la deuda pública de algunos países, por ejemplo de España. No lo digo yo: lo han dicho allí.
La segunda, autorizar la creación de un fondo de 750.000 millones de euros –estamos hablando de una cifra verdaderamente astronómica- para ayudar a países que en el futuro puedan estar en una situación de dificultad, por ejemplo, España.
Ambos acuerdos son preventivos, es decir, anuncian que, llegado el caso, las deudas se pagan y los acreedores cobran.
No entraré ahora en los pros y contras de esta decisión, que los hay. Lo que importa, en estos momentos, es que ha tranquilizado a los mercados. Por otra parte, si cada uno cumple con sus deberes, puede que no sea necesario hacer uso de este fondo.
Estas medidas que, repito, son para evitar que algunos países puedan generar problemas insuperables para la Unión Monetaria, se completan con una tercera, que es la que a nosotros más nos afecta.
Lo que nos han dicho -con nombres y apellidos- es que no nos van a dejar caer, pero a condición de que recortemos el gasto público en la cuantía y los términos que se nos indique. En otras palabras, que se nos imponen los deberes y que estaremos sometidos a una estricta vigilancia para garantizar su cumplimiento.
Nuestro gobierno se ha comprometido a recortar el gasto y ha aceptado que la Comisión Europea vigile sus pasos. Hay ya dos fechas establecidas para ese control. El 18 de mayo y el 12 de junio.
En una palabra, señorías, lo que han venido a decir nuestros principales socios comunitarios es que al señor Rodríguez Zapatero no se le puede dejar sólo. Que mal está lo que ha hecho con la economía española, pero que lo que no van a aceptar es que exporte su incompetencia.
España es muy importante para Europa y para el euro. A España no se le va a dejar caer, pero al señor Rodríguez Zapatero hay que marcarle la ruta y vigilarlo.
Este es el resumen del pasado fin de semana y estos son los términos en que se va a desenvolver la economía española en adelante.
Tengo que lamentar que estén ocurriendo cosas que no debieran haber ocurrido. Tengo que lamentar este deterioro de la imagen de España. Tengo que lamentar que, para hacer lo que ya debiera estar hecho, tengan que venir de fuera a decirle a usted lo que hay que hacer y a vigilarnos las cuentas.
Es lamentable, señor Rodríguez Zapatero, que rechace usted unas medidas el miércoles porque se las ofrezco yo y las acepte el viernes porque se las imponen desde fuera.
Durante mi visita a la Moncloa le ofrecí, una vez más, la posibilidad de mostrar que los españoles éramos capaces de hacernos cargos de nuestra situación, y la rechazó. Ahora son otros quienes se harán cargo, y será usted quien tenga que actuar al dictado. Lo que no quiso que se hiciera en España va a tener que hacerlo, pero a la fuerza y bajo unas directrices que no son españolas.
Aquí no caben excusas de ninguna clase, señoría. Se lo hemos advertido, hasta la saciedad, desde el debate de investidura en abril del año 2008. No ha hecho caso.
El nueve de septiembre de 2009 le ofrecí un pacto, en esta Cámara, para reducir el déficit del conjunto de las Administraciones Públicas. No hizo caso.
En octubre pasado, en el debate de los Presupuestos Generales del Estado, propusimos una enmienda para reducir el déficit público en 10.000 millones, la misma cifra, exactamente la misma, que ahora le impone la UE. No hizo caso.
Este año hemos presentado una moción para reducir el déficit público en la misma cantidad que ahora le impone la UE. En la misma cantidad, exactamente la misma. No hizo caso.
En fin, la semana pasada, en la Moncloa, le advertí que íbamos por mal camino, que íbamos a generar problemas graves en España y en Europa, que el tiempo se agotaba, que le iban a imponer los deberes desde fuera... Me ofrecí para prestarle ayuda y buscar una solución española. No hizo caso.
Se acabó, señor Rodríguez Zapatero. Ahora tiene lo que ha buscado con tanto ahínco: trabajar al dictado de otros. Lo malo, es que ese lastre no lo tiene usted sólo. Lo tenemos todos.
Se acabó el descontrol de nuestras cuentas públicas, del gasto sin freno y de la deuda inflable. No queda otra que rectificar los errores del pasado y aplicar el rigor contable que nuestros socios exigen.
No quiero ni pensar, para no abrumarle, en lo que nos podríamos haber ahorrado en deuda, en déficit, en desprestigio y en desempleo si usted hubiera aceptado estos consejos el primer día que se le ofrecieron.
Ahora tendrá que hacer lo que no ha querido hacer en ningún momento: gobernar. Más duro: gobernar tutelado. Gobernar bajo vigilancia. Desarrollar una política económica de un país “bajo protectorado”.
Ni siquiera podrá volver a disfrazar la realidad, porque el análisis que valga no será el que a usted le convenga, sino el que haga quien le impone los deberes. Ahora los brotes verdes, la salida del túnel y los amaneceres que cuenten serán los que anuncien, si llega el caso, en Bruselas. De momento, no anuncian nada.
Porque sería el colmo que pretendiera usted refugiarse de nuevo en el disimulo, en el malabarismo de las cifras, en rebajar la importancia de los problemas… Esa es la senda que hemos recorrido hasta hoy, señoría. Esa es la senda griega. Esa senda se ha cerrado.
La semana pasada podía usted aferrarse a esa décima de crecimiento trimestral que le ofreció el Banco de España y que usted exhibía como un maná celestial. Ya, no.
No digo que el dato sea falso: tampoco lo considero irrelevante. Siempre será mejor crecer, aunque sólo sea una décima, que seguir cayendo.
No es irrelevante, pero -desde luego- tampoco es ni de lejos la solución para nada. Dice usted que nos atengamos a los datos y no a las especulaciones. Pues bien, el mismo trimestre en el que el Banco de España estima un aumento de una décima respecto al trimestre anterior, el INE, a través de la EPA, nos dice que se han destruido más de un cuarto de millón de puestos de trabajo y casi trescientas mil personas se han incorporado al desempleo , hasta llegar a la brutal cifra de 4.612.700 parados o, lo que es lo mismo, más del 20% de la población activa sin empleo. Datos, señor Rodríguez Zapatero, datos, no especulaciones, datos.
Décima arriba o décima abajo, el fondo, es el mismo. En términos reales no significa casi nada. Puede usted balancearse del menos 0,1 al más 0,1 sin necesidad de moverse, incluso estando encallado.
Porque es verdad que estamos entrando en una segunda fase de la crisis económica. Pero seguimos en crisis. No confunda salir de la recesión con superar la crisis.
Es cierto que ya hemos dejado atrás las grandes caídas, pero ahora nos vamos a mover poco. No caeremos exageradamente, pero tampoco creceremos de manera significativa, porque estamos entrando en la fase de estancamiento. Como ha dicho, no hace mucho, un antiguo ministro de su Gabinete, “lo peor ya ha pasado. Ahora viene lo malo”.
Por lo tanto, no niegue ahora la fase de estancamiento como negó la crisis antes.
No genere espejismos, porque a estas alturas todos se vuelven contra usted.
¿Insiste usted en llamar a esto recuperación? Entonces explique a los españoles para qué van a ser las medidas que ha anunciado usted hoy aquí.
Debería usted procurar, cuando habla, no sembrar más desconfianza.
No es difícil. Consiste en llamar a las cosas por su nombre. Consiste en admitir la realidad tal como es. Consiste en convertir en hechos las palabras y no dejar para septiembre el examen de junio.
No hace falta darle muchas vueltas. En 1996, gobernando el Partido Popular, una política de ajuste de las cuentas públicas generó confianza y dio lugar a la etapa de crecimiento, creación de empleo y mejora del mayor bienestar de nuestra historia reciente.
Ya entonces, desde esos mismos escaños, se nos decía que el ajuste perjudicaría el crecimiento; se nos decía que no iba a servir para nada.
Claro que también, se nos decía que era imposible realizar bajadas selectivas de impuestos y, para colmo, que el paro y la inflación eran problemas estructurales de imposible solución en España. Con ustedes sí que lo eran, con nosotros bien se vio que no.
Ajustar nuestras cuentas es bueno para la credibilidad de nuestra economía, para la financiación de nuestras empresas, para la inversión, para la estabilidad, para el crecimiento y, sobre todo, para la creación de empleo.
Usted ha afirmado constantemente lo contrario, y constantemente se ha equivocado.
Es bueno controlar el gasto, pero hay que hacerlo bien. Sin improvisaciones. Ahora, por ejemplo, como no quiso hacer las cosas a su debido tiempo, tiene que improvisar una reducción de gasto de 15.000 millones en tres días. No es una tarea para tres días. Es una labor que hubiera exigido reflexión y más sosiego. Pero como usted ha malgastado el tiempo, se ve obligado a improvisar. Y digo improvisación porque hace exactamente siete días usted dijo, en la entrevista que tuvo conmigo y en la rueda de prensa posterior, que cualquier reducción adicional de gasto público podría en riesgo la incipiente recuperación. Luego estas cifras que hoy nos trae han sido, evidentemente, improvisadas en tres días, señor presidente del Gobierno, y no ha sido cualquier cosa la improvisación, no ha sido cualquier cosa.
Ha hecho usted un gran recorte de derechos sociales señor presidente del Gobierno, usted, usted contradiciendo todo lo que lleva diciendo a lo largo de los últimos años, usted señor presidente del Gobierno.
Hoy con esa propuesta que hace aquí, se demuestra la impostura con la que ustedes actúan cuando acusan al Partido Popular de hacer recortes de derechos sociales. Jamás el Partido Popular ha planteado lo que usted está planteando aquí.
Señor presidente del Gobierno, escúcheme con atención. Sus errores, sus dilaciones, sus improvisaciones, en definitiva, su incapacidad la vamos a pagar todos los españoles pero especialmente, como hemos oído aquí, los pensionistas, los empleados públicos, las futuras madres. Señor presidente, le insisto, todo esto no habría ocurrido si usted hubiera hecho caso a tiempo, por lo tanto, es su responsabilidad, señor Rodríguez Zapatero, su única y exclusiva responsabilidad, la suya.
Y en cuanto a la mía, señor presidente del Gobierno, yo no voy a rehuirla. Tengo la responsabilidad de representar a más de diez millones de españoles que nos votaron hace dos años y en su interés y en el del conjunto de la sociedad estoy dispuesto a hablar con usted de sus propuestas como he estado dispuesto a hablar siempre de reducir el déficit público pero ya le digo una cosa, debería usted hacer antes otras cosas y se las voy a decir:
Primero, supresión inmediata de la vicepresidencia tercera del Gobierno y de los ministerios de la Igualdad y de Vivienda; segunda, integración de los ministerios de Educación y Cultura; tercero, integración de los ministerios de Trabajo y Sanidad; cuarto, revisión de todas la partidas de subvenciones; quinto, eliminación de todas aquellas que no estén debidamente justificadas; sexto, reducción de las demás, por ejemplo, las que corresponden a organizaciones empresariales, sindicales y políticas; séptimo, plan completo de reestructuración del gasto público que evite duplicidades entre las administraciones; octavo, revisión de las políticas y de los programas de la Administración General del Estado, a lo que usted se comprometió a hacerlo antes del 1 de mayo y no ha hecho, y luego todas las reformas estructurales, señor presidente del Gobierno.
Y con estas medidas que yo planteo se evitaría que el coste de sus errores recayera sobre todo sobre los pensionistas, sobre las futuras madres y sobre los empleados públicos, también recaerían sobre usted.
Señor Rodríguez Zapatero le puedo poner mil ejemplos pero no es razonable que se recorten los derechos de los pensionistas cuando proliferan oficinas de representación de todo tipo de administraciones públicas en el exterior, no es razonable y como este, le puedo poner mil ejemplos más. Así que, señor presidente, si está usted dispuesto a hablar de todo esto, yo estoy a su disposición y además estoy a su disposición esta misma tarde y, por tanto, quedo a la espera de su respuesta.
Muchas gracias.
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